La administración del presidente Donald Trump ha dado un giro inesperado en su política comercial con China, al anunciar la exclusión de una amplia gama de productos tecnológicos de los nuevos aranceles establecidos como parte de la actual guerra comercial. Esta decisión llega en medio de la creciente presión de la industria tecnológica y ante el temor de un colapso en la cadena de suministro global que habría llevado los precios al alza en Estados Unidos. Entre los productos exentos se encuentran los smartphones, portátiles, procesadores, memorias, tarjetas gráficas, SSDs, pantallas y maquinaria relacionada con la fabricación de chips.
La medida, que aplica a productos enviados a EE.UU. a partir del 5 de abril, busca evitar un escenario en el que los consumidores estadounidenses tuvieran que pagar hasta el doble por dispositivos electrónicos de uso diario. La situación era especialmente crítica dado que China concentra la mayor parte de la producción y ensamblaje de este tipo de productos, incluyendo tierras raras esenciales para su fabricación.
El sector tecnológico respira, aunque con cautela
Con esta exención, compañías como Apple, Dell, Lenovo o HP han logrado sortear temporalmente el impacto directo de los aranceles en sus productos estrella. Los analistas indican que hubo una importante campaña de logística acelerada durante los primeros días de abril, en la que se adelantaron envíos masivos de productos tecnológicos hacia Estados Unidos. En el caso de Apple, por ejemplo, se reportó que cinco aviones con iPhones fabricados en India fueron trasladados urgentemente para esquivar las tarifas.
En paralelo, la Bolsa reaccionó con optimismo al alivio temporal. Varias empresas del sector tecnológico experimentaron subidas en sus acciones, aunque persiste el temor de que la exención comercial sea solo momentánea. Los expertos insisten en que el entorno sigue siendo frágil y que podrían implementarse nuevas medidas restrictivas si la situación diplomática no mejora.
Fabricantes mueven fichas para mitigar riesgos
Ante la incertidumbre generada desde el primer anuncio de aranceles por parte del gobierno estadounidense, los grandes fabricantes comenzaron a ajustar su estrategia de producción. Firmas como HP, Lenovo, Dell y otras han acelerado el traslado de su capacidad manufacturera hacia regiones como India, Vietnam y Tailandia.
Según el CEO de HP, Enrique Lores, se espera que el 90% de los productos vendidos en EE.UU. se produzcan fuera de China antes de finalizar 2025. Aunque estos países también enfrentan aranceles (del 10% en Vietnam y hasta el 26% en India), las tarifas aún resultan más competitivas frente a los hasta 145% aplicados a bienes procedentes de China.
Asimismo, la cadena de suministro global sigue siendo un dolor de cabeza para muchas empresas. Firmas como Framework, especializada en portátiles modulares, se han visto forzadas a subir precios hasta en un 10% por producir en Taiwán, mientras otras compañías han optado por pausar envíos para evitar sobrecostes inesperados.
Apple, símbolo del impacto comercial
De todas las empresas tecnológicas involucradas, Apple ha sido una de las más afectadas tanto por la presión bursátil como por su alta dependencia de la producción en China. Se estima que el 90% de los iPhones se ensamblan en ese país, lo que la sitúa en una posición delicada ante cualquier arancel adicional.
Las consecuencias se reflejaron en una pérdida bursátil de más de 600.000 millones de dólares en tan solo una semana tras la imposición arancelaria. Algunas proyecciones indicaban que, de mantenerse las tarifas, el precio de un iPhone podría escalar hasta los 2.200 euros, considerando los 104% de aranceles anteriores y los actuales 145% en disputa.
Apple inició hace tiempo su diversificación logística, llevando parte de la producción a India. No obstante, el volumen de salida todavía no permite cubrir la demanda del mercado estadounidense a corto plazo. De hecho, los analistas coinciden en que incluso si toda la producción india se destinara a EE.UU., solo podría cubrir la mitad de la demanda local.
El efecto dominó llega a fabricantes asiáticos
La guerra comercial también ha puesto en aprietos a fabricantes chinos como Xiaomi, OnePlus, TCL o Lenovo, especialmente en lo que respecta a sus líneas de smartphones, monitores o dispositivos domésticos. Aunque muchas de estas compañías no tienen una fuerte presencia en el mercado estadounidense en cuanto a móviles, sí la tienen en otras áreas tecnológicas. Los aranceles podrían provocar un alza de precios global para compensar las pérdidas en EE.UU.
Lenovo, a través de Motorola, es una de las más comprometidas al tener una cuota destacada del mercado norteamericano. De igual manera, otras marcas han comenzado ya la reestructuración de sus centros de ensamblaje, trasladando operaciones fuera de China a pasos forzados. Sin embargo, cambiar de país no garantiza una inmunidad total, ya que los aranceles afectan también a destinos como India, Brasil o Vietnam.
Los componentes, en medio del fuego cruzado
Más allá del ensamblado, los componentes tecnológicos están igualmente en el punto de mira. Por ejemplo, los chips de Qualcomm —fabricados mayoritariamente en Taiwán— y materiales como el Gorilla Glass, crucial en móviles, podrían verse afectados si la cadena de suministro se interrumpe. A esto se suma que China controla gran parte de las tierras raras necesarias para fabricar semiconductores, lo que la convierte en una pieza clave para todo el sector.
Google, cuyo negocio abarca tanto hardware como software, también enfrenta retos. Sus líneas Pixel o dispositivos Nest están sujetos a los nuevos gravámenes, especialmente por su fuerte presencia manufacturera en China y Vietnam. Además, la empresa teme una pérdida de socios estratégicos como Oppo o Vivo, quienes podrían enfocarse únicamente en mercados asiáticos si Estados Unidos deja de ser viable económicamente.
Una tregua de 90 días, pero aún sin garantías
Como parte de la estrategia para calmar las aguas comerciales, la administración estadounidense ha anunciado una prórroga de 90 días en la aplicación de algunos aranceles, excepto para China. Esta pausa busca permitir negociaciones con aliados y fabricantes para llegar a acuerdos que beneficien o al menos no perjudiquen gravemente a la economía nacional.
Pese a esta tregua, las consolas de videojuegos siguen sin estar en la lista de productos exentos. Esto ha generado preocupación entre consumidores y analistas, quienes alertan de una posible subida de precios en dispositivos como la PlayStation 5, Xbox Series X|S o la próxima Nintendo Switch 2. Aunque algunos componentes están cubiertos por las exenciones, el producto completo —clasificado bajo el código 9504.50— no fue contemplado por la CBP.
En este escenario volátil, las grandes tecnológicas deberán seguir adaptándose con estrategia y celeridad. La prioridad actual es evitar repercusiones mayores en precios, disponibilidad de productos y continuidad operativa. El impacto final dependerá de cómo evolucionen las relaciones entre Washington y Pekín y de si las exenciones actuales se convierten en medidas permanentes o temporales.
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