Los códecs de vídeo con mayor compresión: comparativa

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  • Los códecs modernos permiten alta compresión manteniendo calidad visual excelente.
  • HEVC/H.265 y AV1 lideran la eficiencia de compresión para 4K, 8K y streaming.
  • La compatibilidad y el tipo de uso determinan cuál es el códec idóneo para cada proyecto.

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Los códecs de vídeo se han convertido en la piedra angular del mundo audiovisual digital. Cada vez que vemos una serie en streaming, la subimos a redes sociales o almacenamos un vídeo en nuestro dispositivo, estamos usando algún tipo de códec, muchas veces sin darnos cuenta. La evolución de estas tecnologías ha permitido disfrutar de imágenes más nítidas, mayor resolución y todo ello consumiendo menos espacio y menos ancho de banda.

Sin embargo, el abanico de códecs de vídeo con mayor compresión y formatos es tan amplio que elegir el más adecuado para cada necesidad puede resultar una tarea abrumadora. ¿Qué códecs son los más avanzados hoy? ¿Cuáles destacan por su capacidad de compresión? ¿Cuándo es mejor apostar por soluciones tradicionales como H.264 y cuándo conviene dar el salto a AV1 o H.266? A lo largo de este artículo vas a encontrar respuestas a todas esas preguntas y muchas más, con explicaciones claras y prácticas, para que no te pierdas en el laberinto de siglas y tecnologías.

Códecs de vídeo: ¿qué son y por qué importan tanto?

Un códec de vídeo es simplemente el encargado de comprimir y descomprimir los datos de vídeo digital. El término proviene de la contracción inglesa de «COder-DECoder» o «COmpressor-DECompressor» y tiene una función esencial en la era del streaming y el almacenamiento masivo de contenidos audiovisuales. En la práctica, cuando grabamos o reproducimos vídeo, el códec actúa para que el archivo ocupe mucho menos espacio, sin que notemos apenas pérdida de calidad.

La compresión de los archivos de vídeo implica identificar patrones, colores y movimientos repetidos, guardando sólo la información fundamental y eliminando o fusionando detalles redundantes. Así, logramos archivos mucho más pequeños, ideales tanto para la transmisión por Internet como para el guardado en cualquier dispositivo. Esta es la razón por la que podemos ver series en 4K, compartir vídeos en redes o almacenar nuestras grabaciones favoritas sin llenar el disco duro en dos días.

La importancia de los códecs va mucho más allá de la simple reducción de tamaño: determinan la calidad visual, la velocidad de acceso y la compatibilidad del vídeo con distintos dispositivos. Un códec eficiente puede ser la diferencia entre una reproducción fluida en cualquier dispositivo y una experiencia llena de saltos o incompatibilidades.

Contenedor y códec: dos conceptos distintos

Uno de los errores más habituales al adentrarse en este mundo es confundir contenedor y códec. Mientras que el códec es el algoritmo que codifica y decodifica el vídeo (y el audio), el contenedor es como una caja que agrupa diferentes flujos de vídeo, audio y otros datos asociados, como subtítulos, menús, metadatos, etc.

Algunos contenedores muy populares son .mp4, .mkv, .mov y .avi. Dentro de ellos, el vídeo puede ir comprimido en H.264, H.265, VP9, AV1 y otros, y simultáneamente el audio puede emplear códecs como AAC, Opus o MP3. Por ejemplo, un archivo .mp4 suele contener vídeo H.264 y audio AAC, pero también puede usar HEVC, VP9 o AV1 según el caso.

¿Cómo funciona la compresión en los códecs de vídeo?

El funcionamiento de un códec se basa en reducir la información almacenada gracias a diferentes técnicas:

    • Compresión intra-fotograma: trabaja solo sobre un fotograma, buscando patrones repetidos dentro de la misma imagen. Muy útil para edición pero menos eficiente en tamaño.
    • Compresión entre fotogramas (inter-frame): aprovecha las similitudes entre fotogramas sucesivos para guardar solo los cambios. Esta es la base de la eficiencia en streaming y almacenamiento.
    • Codificación predictiva: sólo se almacenan las diferencias respecto a imágenes anteriores o posteriores, en lugar de guardar cada fotograma completo.

Las técnicas de reducción de resolución y color: dependiendo de la complejidad, se pueden eliminar colores poco relevantes o disminuir la resolución en zonas poco perceptibles.

La clave está en lograr el equilibrio ideal: máxima compresión con la menor pérdida de calidad visual posible. Los algoritmos más avanzados incluso tienen en cuenta cómo percibe el ojo humano los detalles, centrándose en conservar las zonas más sensibles y desechando lo menos perceptible.

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Principales códecs de vídeo actuales y su compresión

Llegados a este punto, toca repasar cuáles son los códecs más usados y cuáles destacan por su mayor capacidad de compresión. La evolución en las últimas dos décadas ha sido frenética, con una auténtica batalla entre estándares privados y de código abierto, guerras de patentes y la entrada de grandes corporaciones en el desarrollo de nuevos formatos. Vamos a ver los más relevantes:

H.264 (AVC): el estándar que lo cambió todo

H.264, también conocido como AVC (Advanced Video Coding), marcó un antes y un después en la eficiencia de la compresión. Su popularidad se debe a que permite almacenar vídeos en alta calidad (incluso 4K) con archivos muy reducidos, y a su amplia compatibilidad con casi cualquier dispositivo, navegador y servicio. Ha sido adoptado tanto en Blu-ray como en streaming y grabaciones de cámaras digitales.

H.264 emplea técnicas como la compensación de movimiento basada en bloques, bloques de tamaño variable, predicción intra e intercuadro y codificación de entropía. Todo esto contribuye a que, en la mayoría de los casos, puedas reducir el tamaño de un archivo bruto en torno a un 70% manteniendo una calidad visual excelente.

Ventajas: Alta compresión, gran calidad visual, compatible con casi cualquier equipo, es el favorito para streaming y edición doméstica.

Desventajas: Empieza a quedarse corto para resoluciones 4K y superiores, la compresión extrema complica la edición en ordenadores poco potentes y ya resulta «antiguo» frente a sucesores más eficientes.

HEVC/H.265: duplicando la eficiencia

Con la llegada de los contenidos en 4K y 8K, era necesario un salto adelante. Así nació HEVC (High Efficiency Video Coding) o H.265, capaz de ofrecer la misma calidad visual que H.264 pero con la mitad de velocidad de transmisión o tamaño de archivo, ¡más compresión y menos consumo de datos!

Las innovaciones respecto a H.264 incluyen bloques de mayor tamaño (CTU), mejores algoritmos de predicción de movimiento, más modos de segmentación y una optimización especial para procesadores multinúcleo.

Ventajas: Perfecto para 4K y resoluciones superiores, la calidad es excelente a velocidades de red medias o incluso bajas, ideal para streaming con limitaciones de ancho de banda.

Desventajas: Sistema de licencias complejo y caro, soporte todavía limitado en algunos dispositivos antiguos, mayor demanda de potencia al decodificar y codificar, y problemas iniciales de adopción por incompatibilidades.

AV1: el futuro, sin pagar licencias

El códec AV1 ha revolucionado la industria al ser un estándar abierto y libre de regalías, impulsado por la Alianza para los Medios Abiertos (AOMedia), con miembros como Google, Apple, Amazon, Microsoft y Netflix. AV1 destaca por ofrecer un 30% más de compresión que HEVC a igual calidad, lo que permite una experiencia de streaming de vídeo de máxima calidad incluso con conexiones limitadas.

Entre sus mejoras clave están la codificación por bloques de hasta 128×128 píxeles, cuantización adaptativa y técnicas de predicción de última generación. Además, es la mejor alternativa para HDR y contenido en 8K.

Ventajas: Eficiencia de compresión sobresaliente, libre de licencias, escalabilidad para el futuro (8K y más). Adoptado por plataformas líderes como YouTube.

Desventajas: Mayor complejidad de codificación, exige hardware y software moderno (aunque la compatibilidad va en aumento), aún está en proceso de adopción masiva y algunos equipos antiguos podrían no soportarlo.

H.266 (VVC): la próxima generación

El estándar H.266 o VVC (Versatile Video Coding) se presenta como el siguiente paso en compresión de vídeo, reduciendo a la mitad las necesidades de datos frente a HEVC. Su desarrollo está pensado para afrontar la explosión del vídeo en ultra alta definición, streaming móvil y aplicaciones como realidad virtual. Aún está en fase de implementación: promete archivos de vídeo del mismo tamaño que HEVC pero con el doble de calidad visual o, visto de otro modo, vídeos de idéntica calidad con la mitad de datos.

El principal desafío: todavía no cuenta con soporte generalizado en hardware y software, por eso de momento AV1, H.265 y H.264 siguen siendo las opciones más prácticas para la mayoría de usuarios.

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VP8, VP9 y otros competidores

VP8 y VP9, desarrollados por Google, se utilizan sobre todo para la reproducción en navegadores Web y plataformas HTML5. VP9 es la alternativa directa a HEVC, también libre de patentes y ampliamente adoptado por YouTube para la entrega de vídeos en 4K. Su eficiencia es ligeramente inferior a AV1, pero notablemente mejor que H.264.

Otros códecs de relevancia y casos de uso

  • MPEG-4: Predecesor de H.264, aún utilizado en cámaras antiguas y sistemas que no requieren máxima eficiencia.
  • WMV (Windows Media Video): Muy empleado en entornos Windows, especialmente para vídeos comprimidos y de tamaño reducido.
  • ProRes: Códec profesional de Apple, pensado para edición y postproducción, menos comprimido y más fácil de editar (a cambio de archivos mucho más grandes).
  • DNxHR: Alternativa profesional multiplataforma para edición, especialmente en sistemas AVID.

Códecs según el uso: profesionales vs. de consumo

Los códecs profesionales (ProRes, DNxHR, MPEG-2 para emisión, XAVC) priorizan la calidad máxima y la facilidad de edición en estudios de televisión, cine y postproducción. Los archivos resultantes son más grandes, pero la compresión es menos agresiva, facilitando retoques sin pérdida significativa de calidad. Por otro lado, los códecs de consumo (H.264, H.265, VP8/9) buscan el equilibrio ideal entre tamaño y calidad, y están optimizados para streaming, grabación con móviles y cámaras compactas.

Diferencias y ventajas entre códecs más usados

  • H.264: lo mejor en compatibilidad, ideal para casi cualquier dispositivo y plataforma, bueno para streaming y almacenamiento general.
  • H.265: te permite duplicar la eficiencia manteniendo la calidad, muy útil en 4K/8K y cuando el espacio o el ancho de banda son críticos.
  • AV1: la opción más innovadora a nivel de compresión, especialmente interesante para quienes buscan futuro sin límites de licencias.
  • VP9: excelente para web, especialmente en YouTube, y compatible con la mayoría de navegadores modernos.

La decisión suele depender del tipo de contenido, de a qué resolución vas a trabajar y del nivel de compatibilidad con tus dispositivos o destinatarios.

La importancia de la transcodificación

La transcodificación de vídeo es el proceso de convertir un vídeo de un códec a otro, o modificar su tasa de bits y resolución. Esto es fundamental para adaptar vídeos a diferentes plataformas, reducir su tamaño para streaming o almacenar en otros dispositivos, y garantizar siempre la mayor calidad posible a cada usuario según su conexión o equipo. Para profundizar en técnicas de conversión, puedes consultar cómo exportar vídeos en diferentes formatos con Adobe Premiere Rush.

El proceso suele implicar cuatro pasos:

  1. Decodificación: transformar el vídeo al formato original para trabajar con él.
  2. Codificación: comprimir de nuevo el vídeo en el nuevo formato o con nuevos parámetros.
  3. Ajuste de calidad: cambiar parámetros de resolución o tasa de bits para equilibrar calidad y compresión.
  4. Codificación final: guardar el vídeo en el formato y códec deseados, listo para su destino.

Compresión de vídeo y transmisión en diferentes plataformas

Las grandes plataformas de streaming (Netflix, YouTube, Disney+, Amazon Prime Video…) adoptan los códecs más eficientes según va evolucionando la tecnología. Por eso, mientras que hace años todo era en H.264, poco a poco el vídeo en HEVC o AV1 va ganando terreno, especialmente en contenido 4K, 8K o HDR. La elección estratégica busca reducir costes de distribución, ofrecer calidad insuperable y hacer la experiencia mucho más fluida incluso con conexiones limitadas.

Al reproducir una película o serie, los servidores detectan qué dispositivos y ancho de banda tienes y seleccionan automáticamente el códec y la calidad óptima. Así, puedes ver sin interrupciones incluso en conexiones lentas, y aprovechar todo el potencial de tu televisor si tienes fibra óptica o 5G.

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¿Cuál es el mejor códec de vídeo para cada situación?

  • Streaming online: H.264 es la apuesta más segura por su compatibilidad, aunque HEVC o AV1 ofrecen mayor eficiencia si tu plataforma y tu dispositivo lo permiten.
  • 4K y 8K: HEVC y AV1 resultan imprescindibles. Para emisión profesional, H.266 será clave en los próximos años.
  • Edición de vídeo profesional: ProRes y DNxHR son los favoritos, ya que permiten retoques sin pérdida de calidad.
  • Almacenamiento a largo plazo: MP4 con H.264 es el más universal, pero AV1 es ideal para quienes piensan en el futuro.
  • Uso en web y plataformas sociales: MP4 con H.264, VP9 o AV1 según compatibilidad. Instagram y Facebook prefieren MP4/H.264, mientras que YouTube ya acepta AV1.
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Ventajas e inconvenientes de los principales códecs

A continuación, un vistazo a los pros y contras de los códecs más punteros en compresión:

  • H.264: Muy estable, universal y rápido, aunque menor compresión frente a los nuevos estándares.
  • HEVC/H.265: Compresión brutal, pero requiere más recursos, soporte aún desigual y puede acarrear costes de licencia.
  • AV1: Lo mejor en eficiencia y sin pagar royalties, pero aún no todos los equipos lo soportan y la codificación requiere hardware potente.
  • VP9: Muy práctico para streaming web, especialmente en navegadores.
  • H.266 (VVC): El futuro, prometedor a medio plazo, pero todavía poco soportado en dispositivos de consumo.
  • ProRes/DNxHR: Ideales para cine y edición avanzada, pero archivos muy pesados y no aptos para streaming o móviles.

El papel de los contenedores de vídeo

No se puede hablar de códecs sin mencionar a los contenedores. Su función es agrupar todos los elementos del vídeo – imagen, audio, subtítulos, metadatos – en un único archivo. Los más habituales son:

  • MP4: El rey en compatibilidad, soporta vídeo H.264, H.265, AV1, VP9 y audio AAC, entre otros.
  • MKV: Muy flexible, de código abierto, ideal para almacenar varios audios y subtítulos junto con el vídeo. Compatible con casi todos los códecs modernos.
  • MOV: Desarrollado por Apple, habitual en edición profesional y productos de la marca.
  • AVI: Formato veterano, soporta múltiples códecs pero resulta menos eficiente hoy en día.
  • WMV: Propio de Microsoft, orientado a archivos comprimidos y sistemas Windows.

Elegir bien el contenedor es fundamental para asegurar que tus vídeos funcionen en todos los dispositivos y plataformas donde los vayas a compartir.

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RAW sin comprimir vs. RAW comprimido: ¿cuándo interesa cada uno?

En entornos profesionales (cine, spots publicitarios, postproducción avanzada), los vídeos suelen grabarse en formatos RAW sin comprimir, que conservan toda la información de la cámara, lo cual es ideal para retoques y edición avanzada. Sin embargo, los archivos ocupan tanto espacio que rara vez se usan fuera de estudios profesionales.

La alternativa es el vídeo RAW comprimido, que aplica cierta compresión (a menudo con códecs como ProRes RAW, BRAW o CinemaDNG) pero mantiene la mayor parte de la calidad original, facilitando el almacenamiento y la edición.

¿Cuál es la tendencia de futuro en códecs de vídeo?

El sector audiovisual está en constante cambio. La llegada del streaming en 8K, la realidad virtual y aumentada, la omnipresencia del vídeo móvil y el crecimiento de la inteligencia artificial hacen imprescindible usar códecs cada vez más compactos y eficientes. Para ello, plataformas como cómo pasar vídeos del iPhone al PC se convertirá en una práctica habitual para facilitar la gestión y edición.

AV1 y H.266 serán los protagonistas en los próximos años. El primero, por su enfoque abierto y su adopción por las mayores plataformas; el segundo, porque representa el cenit de la compresión de vídeo, llevando al límite la eficiencia para que podamos disfrutar de contenido 8K o experiencias inmersivas en dispositivos cada vez más pequeños sin que el consumo de datos se dispare.

Eso sí, la transición será gradual, y mientras tanto H.264, H.265 y VP9 seguirán siendo imprescindibles en multitud de flujos de trabajo durante años.

La batalla de los códecs de vídeo aún continúa, y la innovación en tecnologías de compresión y reproducción seguirá marcando la pauta para disfrutar de contenidos audiovisuales de alta calidad en cualquier circunstancia.

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