- Aprovecha el USB del router para carga, impresora Wi‑Fi, nube privada y servidor multimedia, con permisos SMB/FTP bien configurados.
- Revisa el tipo de puerto (2.0/3.x), colores y potencia disponible para ajustar expectativas de velocidad y energía.
- Valora funciones extra como descargas autónomas y 4G/5G de respaldo, y actualiza el firmware con seguridad.
En la parte trasera del router suele haber un conector pequeño que muchos pasan por alto: el puerto USB. Aunque no todos los modelos lo incluyen, cada vez es más habitual y, contra lo que pueda parecer, no está ahí de adorno: las funciones del USB del router pueden multiplicar lo que haces con tu red más allá del Wi‑Fi de siempre.
No todos los routers son igual de abiertos, sobre todo los de operadora, que a veces vienen con funciones limitadas. Aun así, merece la pena mirar si el tuyo tiene USB y qué opciones permite en su panel de control. En esta guía repasamos usos reales, trucos y precauciones para que le saques partido, desde montar una nube casera hasta imprimir sin cables o tener 4G de respaldo.
Antes de usarlo: tipos de puertos USB, colores, potencia y cómo reconocerlos

A simple vista todos los USB parecen iguales, pero no lo son. Identificar qué estándar monta tu router ayuda a no llevarte sorpresas con la velocidad o la energía disponible. Muchos equipos domésticos ofrecen USB 2.0 (suficiente para tareas básicas) y los más modernos añaden USB 3.x, mucho más rápidos. Si tienes dudas sobre cómo distinguir versiones, esta guía explica cómo identificar la versión de puerto USB.
Una pista rápida es el color del inserto plástico dentro del puerto. Aunque no es una norma universal, suele cumplirse lo siguiente, así que conviene echarle un ojo con buena luz y, si aparece el logotipo ‘SS’ (SuperSpeed), mejor que mejor:
- Blanco: USB 1.0/1.1, velocidades muy bajas (hasta 12 Mbit/s). Hoy apenas útil salvo para periféricos sencillos.
- Negro: USB 2.0, llega hasta 480 Mbit/s (60 MB/s). Es el más común en routers medianos y rinde lo justo para compartir archivos o imprimir.
- Azul: USB 3.0/3.1 Gen 1, sube hasta 4,8 Gbit/s (600 MB/s). Ideal para discos externos y streaming local más holgado.
- Azul claro o turquesa: USB 3.1 Gen 2, hasta 10 Gbit/s (1,25 GB/s). Poca broma si vas a mover bibliotecas pesadas.
- Rojo: USB 3.2, puede alcanzar 20 Gbit/s (2,5 GB/s). En routers es menos frecuente, pero existe en gamas altas.
- Amarillo o naranja: suele indicar puerto ‘Always On’ pensado para carga, entrega más intensidad y mantiene energía incluso con el equipo en reposo.
Si te cuesta distinguirlo por color, otra forma es el conector en sí: los USB 2.0 cuentan con 4 pines y los 3.0 suman 5 contactos extra (total 9), algo que se nota en la lengüeta interior. En la carcasa o en el manual a veces verás ‘SS’ para SuperSpeed, lo que te confirma que estás ante un puerto preparado para mover datos a toda pastilla.
Respecto a la alimentación, el USB del router suele proporcionar 5 V con una entrega modesta (piensa en unos 5 W o similar). Para cargar gadgets pequeños va perfecto, pero no esperes magia con móviles que usan carga rápida. En algunos modelos, el puerto de carga ‘Always On’ mantiene la energía incluso con el router semiapagado, útil para cargar accesorios sin ocupar un enchufe.
Y por si te lo preguntas: el estándar USB4, que utiliza conector USB‑C y llega hasta 40 Gbit/s, empieza a asomar en routers de gama alta. De momento es minoritario, pero irá llegando, sobre todo en equipos premium con ambición de NAS.
Usos prácticos del USB del router en casa: de nube privada a impresora Wi‑Fi

El abanico de posibilidades es amplio y, dependiendo del firmware, se desbloquean funciones muy resultonas. No todas estarán en tu modelo, pero con que tengas un par de ellas ya puedes notar el cambio. A continuación, los usos más útiles y cómo empezar.
- Cargar dispositivos. Puedes usar el USB del router para alimentar wearables, auriculares, lectores electrónicos, el mando de la consola o incluso una lámpara USB. No es carga rápida, pero salva cuando te faltan enchufes. Y de paso, el cable queda más recogido junto al router, todo un plus para tener la zona ordenada.
- Conectar una impresora y hacerla Wi‑Fi. ¿Tienes una impresora «tonta» sin inalámbrico? Si el router ofrece servidor de impresión, al enchufarla por USB podrás compartirla con todos los dispositivos de casa. Desde el panel del router se habilita la función y, a partir de ahí, imprimirás desde el portátil, el móvil o la tablet como si la impresora fuera de red.
- Convertir un pendrive o disco en tu nube privada. Pincha una memoria USB o un HDD/SSD externo y activa Samba (SMB) y/o FTP en la interfaz del router. Así crearás un almacenamiento accesible desde cualquier equipo de la red e incluso, si tu firmware lo permite, desde fuera de casa. Podrás organizar carpetas, definir usuarios con permisos de lectura/escritura y tener tu «Drive» personal sin cuotas.
- Montar un servidor multimedia. Si el router ofrece DLNA/UPnP o un apartado de Media Server, podrás ver vídeos, películas y fotos del disco conectado en tu tele, móvil o caja Android. Aplicaciones como Kodi o los reproductores integrados de las Smart TV detectan el servidor al vuelo, y tendrás tu Netflix particular con catálogo a medida.
- Hacer copias de seguridad automáticas. Windows permite configurar «Historial de archivos» para volcar documentos a esa unidad en red de forma periódica, y macOS puede utilizar Time Machine si el router soporta el protocolo adecuado o si montas la unidad por SMB. Es una forma sencilla de crear un «seguro» ante borrados o ransomware, sin dejar el PC encendido toda la noche.
- Gestionar descargas sin encender el ordenador. Algunos firmwares permiten pegar un enlace o un archivo torrent y que el propio router se encargue de descargarlo a la unidad USB. Así ahorras consumo del PC y mantienes la red ordenada, dejando el router como mini‑centro de descargas 24/7.
- Conectar un módem 4G/5G USB. Si tu proveedor de fibra cae o te vas a una casa sin cobertura cableada, muchos routers admiten dongles 4G/5G para dar Internet de emergencia. Inserta la SIM en el módem USB, conéctalo al router y configura la conexión. Ojo con los datos móviles, pero te saca del apuro cuando más lo necesitas, y la red Wi‑Fi de casa seguirá operativa.
- Usar accesorios alimentados por USB. Ventiladores de sobremesa, luces LED, calentadores de tazas, mandos IR universales que controlas con el móvil… todo eso se alimenta por USB y el router puede darles energía. Si apuntas un mando por infrarrojos hacia la tele o el aire acondicionado, podrás encender y apagar desde el móvil sin buscar el mando físico.
- Actualizar o recuperar el firmware desde una memoria. Aunque casi todos los routers se actualizan online, tener el firmware en un pendrive puede sacarte de un bloqueo o ayudarte a instalar una versión concreta. Precaución: flashear firmwares alternativos (OpenWRT o DD‑WRT, por ejemplo) abre un mundo nuevo de funciones, pero si no sabes lo que haces puedes «ladrillar» el equipo. Hazlo solo si dominas el proceso, y siempre con el archivo correcto para tu modelo exacto.
- NAS de emergencia para toda la familia. Si convives con más gente, ese disco conectado al router sirve de carpeta común para fotos, música, deberes o documentos del trabajo. Crea usuarios y permisos por persona o por dispositivo, así cada cual ve y edita lo que corresponda. Es rápido de montar y barato comparado con un NAS dedicado, aunque ten en cuenta que no tendrás la misma potencia ni apps avanzadas.
Un apunte clave: la velocidad que notarás al mover archivos dependerá del estándar USB del router, de la calidad del propio equipo, del disco y del Wi‑Fi o Ethernet que uses. En USB 2.0, copiar vídeos grandes puede ir más justo; en USB 3.x, el salto es importante. Si tu router ofrece puertos de distinto tipo, intenta conectar el almacenamiento al más rápido, especialmente si harás streaming en alta definición.
Para habilitar todo esto, entra en la configuración del router desde el navegador: normalmente 192.168.1.1 (o 192.168.0.1 en algunos modelos). Accede con las credenciales de administrador —no confundir con la clave del Wi‑Fi—, y busca secciones con nombres como «USB Application», «File Sharing», «Media Server» o «Print Server». Desde ahí podrás activar SMB/FTP, crear usuarios, asignar permisos y, en ciertos routers, configurar acceso remoto a tu nube casera.
Si te hace falta afinar más, ahí van un par de trucos extra. En SMB, procura usar usuarios con contraseña y desactiva el acceso anónimo si vas a compartir documentos sensibles. En FTP, mejor limita el acceso a la red local si no necesitas salir a Internet. Y cuando conectes discos grandes, te interesará formatearlos en un sistema de archivos que tu router entienda bien (FAT32, exFAT, NTFS, según el firmware), porque no todos admiten lo mismo.
Limitaciones, compatibilidades y buenas prácticas de seguridad
Conviene ser realistas: los routers de operadora a veces «capados» recortan funciones del USB. Puede que solo permitan compartir archivos básicos, que bloqueen el servidor multimedia o que no reconozcan ciertos periféricos. Incluso abriendo puertos o activando opciones, el propio firmware puede poner coto a lo que conectes, porque no trae los controladores necesarios.
La compatibilidad de dispositivos es el gran «depende». Impresoras y almacenamiento suelen ir bien; cámaras web, capturadoras o dongles USB específicos, probablemente no. Si el firmware no incluye drivers, el router ni se entera de que los has conectado; en caso de fallos consulta puerto USB no funciona. Por eso hay quien instala OpenWRT o DD‑WRT para ampliar posibilidades, pero ojo: flashear no es obligatorio ni trivial. Si te metes en ello, lee guías concretas de tu modelo y ten un plan de recuperación.
En cuanto a rendimiento, USB 2.0 limita notablemente las transferencias frente a USB 3.x. En términos prácticos, compartir una carpeta para documentos y fotos va de lujo en 2.0; si piensas en streaming de vídeo pesado o backups más serios, intenta que sea 3.0 o superior. También influye la red: por Wi‑Fi lejos del router te penalizará más que por Ethernet; si puedes, cablea el equipo que más vaya a leer o escribir.
La energía disponible es la otra gran restricción. Aunque puedes alimentar ventiladores USB, lámparas o un mando IR, no intentes colgar «una regleta de accesorios» ni dispositivos que pidan demasiada corriente. De hecho, algunos discos de 3,5″ necesitan su propia fuente. Si el puerto es ‘Always On’, úsalo para carga ligera cuando el router duerma, pero evita sobrecargarlo en pleno agosto.
Ya que hablamos de verano: la temperatura importa. Los routers sufren con el calor y un ventilador USB puede ayudar a bajar unos grados si lo colocas cerca. Aun así, mejor atajar la causa: ubícalo lejos del sol directo, sin cosas encima y separado de aparatos que desprenden calor. Un router fresco rinde mejor y aguanta más, y tu Wi‑Fi lo nota.
En seguridad, aplica el sentido común. Cambia el usuario/clave por defecto del panel de administración, desactiva servicios que no uses (por ejemplo, FTP si no lo necesitas) y evita exponer al exterior recursos sensibles. Si habilitas acceso remoto a tu nube, plantéate usar usuarios nominales con contraseñas robustas y, si el firmware lo permite, limitar direcciones IP o activar cifrado.
Entornos profesionales y pequeños negocios también pueden exprimir el USB del router. Con un disco conectado y SMB bien configurado, es sencillo crear un repositorio compartido por equipos en la oficina y programar copias automáticas de documentos críticos. Combinado con un servidor de impresión, todos los puestos envían trabajos a una sola impresora, y si haces convivencia con Directorio Activo o certificados, puedes granular permisos por usuario o grupo. No sustituye a un NAS serio, pero para escenarios ligeros resuelve.
Para terminar con el capítulo de firmware: actualizar el router es clave. Las nuevas versiones parchean fallos y mejoran estabilidad. Si tu modelo lo permite, cargar a mano un firmware desde un pendrive USB puede sacarte de un atasco, o devolverte a una versión anterior si la última te da problemas. Eso sí, descarga siempre desde la web oficial y verifica que el archivo corresponde a tu hardware exacto, porque un paso en falso puede dejar el equipo inutilizado.
Ese USB trasero que parecía anecdótico es una puerta a un montón de utilidades diarias: desde alimentar gadgets y tener una impresora «de red», hasta montar una nube privada, reproducir pelis en la tele o sobrevivir a una caída de Internet con un módem 4G. Conocer el tipo de puerto, las funciones del firmware y las limitaciones de potencia y compatibilidad marca la diferencia, y con cuatro ajustes básicos puedes exprimir tu router más de lo que imaginabas.
Redactor apasionado del mundo de los bytes y la tecnología en general. Me encanta compartir mis conocimientos a través de la escritura, y eso es lo que haré en este blog, mostrarte todo lo más interesante sobre gadgets, software, hardware, tendencias tecnológicas, y más. Mi objetivo es ayudarte a navegar por el mundo digital de forma sencilla y entretenida.

