Errores comunes que ralentizan Windows y cómo solucionarlos

Última actualización: 04/09/2025
Autor: Isaac
  • Identifica cuellos de botella: programas en segundo plano, espacio en disco y red.
  • Aplica mantenimiento: Storage Sense, Liberador, SFC/DISM y controladores.
  • Refuerza seguridad y hábitos: antivirus activo, reinicios y menos apps al inicio.
  • Verifica hardware: RAM, CPU, disco y temperaturas; en Dell, usa SupportAssist.

errores comunes que ralentizan Windows

En esta guía reunimos, reescrita y unificada, toda la información clave de las mejores fuentes para que identifiques errores comunes que ralentizan Windows y sepas cómo solucionarlos paso a paso, desde limpiezas sencillas y ajustes de energía hasta comprobaciones de integridad del sistema, seguridad y diagnósticos de hardware.

Señales de lentitud y comprobaciones rápidas antes de meterse en harina

Antes de tocar nada, conviene comprobar lo básico. Muchas veces el problema es un detalle simple como estar en modo ahorro de energía, tener semanas sin reiniciar o una conexión a Internet que hace cuello de botella.

  • Revisa el modo de energía: en portátiles, si estás sin enchufar, Windows puede bajar rendimiento. Entra en Configuración > Sistema > Energía y batería (Windows 11) o en Opciones de energía (Windows 10) y ajusta a un perfil que priorice Mejor rendimiento.
  • Haz un reinicio: un simple reinicio limpia la RAM, cierra procesos atascados y corrige fugas de memoria. Si llevas días sin apagar, notarás la diferencia.
  • Valora la edad del equipo: hardware de hace años puede quedarse corto con software moderno; si el PC tiene componentes muy antiguos, ciertas tareas pesadas le costarán siempre.

Programas en segundo plano y arranque: ponlos en su sitio

Un clásico: demasiadas aplicaciones que arrancan con el sistema o procesos ocultos chupando recursos. Esto dispara el uso de CPU, RAM y disco y deja Windows perezoso desde el minuto uno.

  • Abre el Administrador de tareas con Ctrl + Shift + Esc, ve a la pestaña Procesos y ordena por CPU, Memoria o Disco para detectar acaparadores.
  • Si no reconoces un proceso, comprueba de qué programa viene y decide si realmente lo necesitas. Si no lo usas, desinstálalo; si lo necesitas, evita que arranque solo.
  • En la pestaña Inicio del Administrador de tareas, deshabilita todo lo que no sea esencial. Reducirás de forma notable los tiempos de arranque y el consumo en reposo.

Si prefieres un arranque aún más limpio, puedes hacer un inicio selectivo: pulsa Windows + R, escribe msconfig, entra en Servicios, marca Ocultar todos los servicios de Microsoft y desactiva lo prescindible. Luego, en la pestaña Inicio, abre el Administrador de tareas y deshabilita elementos de inicio no necesarios.

optimizar rendimiento en Windows

Espacio en disco: liberar, automatizar y ordenar el almacenamiento

Quedarse sin espacio libre provoca un efecto dominó: el archivo de paginación (memoria virtual) no respira, el sistema no puede actualizarse bien y todo se ralentiza. Mantén siempre un margen: en HDD deja 10‑15% libre y en SSD mejor entre un 25‑30% para un rendimiento fluido.

Usa Sensor de almacenamiento (Storage Sense)

Windows puede limpiar por ti archivos temporales, cachés y papelera de forma automática. Actívalo en Inicio > Configuración > Sistema > Almacenamiento y mueve el interruptor de Sensor de almacenamiento. Luego, entra en Configurar Sensor de almacenamiento o ejecutarlo ahora y ajusta:

  • Frecuencia de ejecución del Sensor (cuando haya poco espacio o de forma periódica), con lo que automatizas la limpieza sin acordarte.
  • Opciones de Archivos temporales: marca eliminar temporales de apps que no se usan.
  • Tratamiento de Papelera y Descargas: elige si vaciar y cada cuánto conservar.
  • Pulsa Limpiar ahora para una limpieza inmediata y ver cuánto espacio liberas.
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Elimina temporales y datos residuales

Además del Sensor, haz limpieza manual de carpetas ocultas y restos que ocupan sin aportar nada. En la búsqueda escribe Archivos temporales desde Almacenamiento y selecciona categorías a eliminar; Windows calcula primero qué se puede quitar con seguridad para recuperar gigas en minutos.

El truco rápido de la carpeta temporal también ayuda: pulsa Inicio, escribe %temp%, abre la carpeta y borra su contenido. Después reinicia: si el cuello era el espacio, se nota enseguida.

Liberador de espacio en disco

Para un control más fino, abre Liberador de espacio en disco desde la búsqueda, elige la unidad (normalmente C:) y marca lo que quieras borrar. Si pulsas Limpiar archivos del sistema escaneará también elementos del sistema y actualizaciones antiguas para rascar todavía más espacio.

Desinstala lo que no uses y mueve archivos pesados

Ve a Inicio > Configuración > Aplicaciones > Aplicaciones instaladas (o Aplicaciones y características) y ordena por tamaño para identificar tragones. Desinstala lo que ya no necesites para aligerar carga.

Si acumulas fotos, vídeos o proyectos antiguos, muévelos a una unidad externa: conecta el USB, abre Explorador de archivos, selecciona los elementos, ve a Inicio > Mover a > Elegir ubicación, elige el destino y pulsa Mover. Al terminar, reinicia y comprueba la mejora, notarás el sistema más suelto.

Navegador e Internet: no culpes al PC si es la red

Si las apps de escritorio van finas pero la web es un drama, probablemente la red es el cuello. Comprueba con speedtest.net la velocidad y latencia; si los números bailan, consulta a tu proveedor o revisa que nadie esté saturando ancho de banda en tu red con descargas pesadas.

Desactiva extensiones del navegador temporalmente para descartar que alguna cause bloqueos. Borra la caché con Ctrl + Mayús + Supr y prueba de nuevo. Si usando apps locales (música, Fotos, Office) todo responde fluido, el problema no es Windows sino conexión o navegador.

Seguridad: malware, adware y otros invitados que frenan

El software malicioso puede ir desde discreto hasta devastador. A veces se instala junto a descargas de «confianza» si vamos dando clic a todo, y termina consumiendo recursos, cambiando opciones o inundando de ventanas emergentes.

  • Abre Seguridad de Windows (Protección contra virus y amenazas) y lanza un Examen rápido; para una revisión profunda, entra en Opciones de examen y ejecuta un Examen completo.
  • Si sospechas infección, complementa con una herramienta antimalware reputada para detectar adware y PUPs (programas potencialmente no deseados).
  • En el Administrador de tareas, pestaña Rendimiento, abre Monitor de recursos y busca procesos extraños consumiendo en exceso; investiga antes de eliminar para no romper nada crítico.

Mantenimiento del sistema: SFC, DISM y controladores al día

Si notas cierres inesperados, fallos de Explorador o pantallas azules ocasionales, puede haber archivos de sistema corruptos o controladores obsoletos. Por suerte, Windows trae herramientas para arreglar lo básico.

  • Abre Terminal/PowerShell como administrador (clic derecho en Inicio) y ejecuta: DISM /Online /Cleanup-Image /RestoreHealth. Esta utilidad repara la imagen del sistema y endereza problemas comunes.
  • Al terminar, ejecuta: sfc /scannow. El Comprobador de archivos del sistema repondrá componentes dañados para devolver estabilidad.
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Mantén los controladores actualizados: abre Administrador de dispositivos y mira si hay iconos de advertencia. En los dispositivos señalados, haz clic derecho y elige Actualizar controlador. Para tarjetas gráficas, mejor ve a la web del fabricante (NVIDIA, AMD, Intel) para instalar la última versión.

Energía y hábitos de uso: reiniciar, actualizar y apagar a tiempo

Hay dos vicios muy comunes: ignorar actualizaciones por pereza y dejar el PC en suspensión eternamente. Ambas cosas pasan factura al rendimiento y a la seguridad, así que cambia la rutina.

  • Instala las actualizaciones de Windows Update desde Configuración > Windows Update > Buscar actualizaciones. Traen parches de seguridad y mejoras que evitan fallos raros.
  • Reinicia al menos una vez cada pocos días. Se limpia la RAM al cien por cien, se cierran procesos que se quedan colgados y se aplican cambios que el sistema necesita.
  • Si sueles suspender, plantéate apagar al final del día. Evitarás acumulación de procesos, liberarás memoria y cementarás la estabilidad.

Hardware: RAM, CPU, almacenamiento y temperaturas

Cuando todo lo de software está en orden y Windows continúa pesado, toca mirar el hardware. El trío más habitual es poca RAM, cuello de botella de CPU y discos con problemas.

Poca memoria RAM

Si vas justo de RAM, el sistema moverá datos continuamente entre RAM y archivo de paginación del disco, lo que produce tirones. Con Windows 10/11, 4 GB son para uso muy básico; 8 GB es el mínimo cómodo para multitarea. Si trabajas con muchas pestañas o edición, ampliar RAM rinde mucho.

Cuello de botella de CPU

Aplicaciones exigentes (edición de vídeo, 3D, grandes hojas de cálculo) pueden desbordar una CPU modesta. En el Administrador de tareas, pestaña Rendimiento, compara actividad de la CPU con la GPU cuando lances esa app; si la CPU se pone al 100% mientras la GPU no despega, tienes cuello de botella. Considera cerrar procesos paralelos, optimizar ajustes del programa o subir de procesador si es viable en tu equipo.

Discos: síntomas, comprobación y sustitución

Un HDD que empieza a fallar se nota por accesos lentos, errores esporádicos o mensajes de ficheros dañados. Pasa una comprobación con chkdsk C: /f /r en un símbolo de sistema con permisos de administrador (sustituye C: por tu unidad del sistema). Acepta ejecutar en el reinicio, ya que necesita bloquear la unidad.

Haz copia de seguridad si detectas sectores defectuosos. Si el disco está tocado, lo sensato es reemplazarlo por un SSD moderno: ganarás mucha velocidad, menor ruido y mejor resistencia a golpes frente a un HDD.

Temperaturas y limpieza física

El polvo es el enemigo silencioso. Un equipo sucio eleva temperaturas y provoca estrangulamiento térmico (la CPU baja frecuencias para no quemarse). Limpia rejillas y ventiladores con aire comprimido, comprueba que giran bien y que el flujo de aire no esté obstaculizado. Cambiar pasta térmica cada cierto tiempo también ayuda en sobremesas.

Herramientas y consejos útiles si tienes un PC Dell

Los equipos Dell incorporan utilidades que simplifican el mantenimiento. Con Dell SupportAssist puedes optimizar, actualizar y diagnosticar hardware con pocos clics.

  • Optimización rápida: abre SupportAssist y elige Boost performance para liberar espacio, ordenar temporales y afinar el sistema.
  • Actualizaciones: desde Update software busca controladores y BIOS recientes; instala, reinicia cuando lo pida y notarás mayor compatibilidad y menos fallos.
  • Diagnóstico de hardware: ejecuta la prueba completa desde SupportAssist o usa el Pre-boot System Assessment: reinicia, pulsa F12 varias veces, entra en Diagnóstico y sigue instrucciones. Si hay error, guarda códigos y etiqueta de servicio para identificar la avería.
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Además, en portátiles Dell puedes gestionar la refrigeración con Dell Optimizer o Dell Power Manager (Administración térmica):

  • Frío: prioriza temperaturas bajas a costa de rendimiento y más ruido.
  • Silencio: reduce ruido del ventilador, puede subir la temperatura y bajar rendimiento.
  • Optimizado: equilibrio entre ruido, temperatura y velocidad, recomendado para el día a día.
  • Ultrarendimiento: exprime CPU y ventiladores para el máximo rendimiento, asumiendo más calor y ruido.

Problemas muy habituales y cómo atajarlos

Arranque lento

Si encender el PC es una eternidad, reduce programas de inicio en el Administrador de tareas > Inicio y en msconfig (oculta servicios de Microsoft y desactiva lo que no necesitas). Notarás el arranque mucho más ágil.

Aplicaciones que se congelan o abren lentas

Mantén las apps actualizadas (Microsoft Store o webs oficiales). Si sospechas errores de disco, ejecuta chkdsk C: /f /r y deja que haga su trabajo en el reinicio para reparar sectores dañados.

Navegación web lenta

Vacía caché y cookies con Ctrl + Mayús + Supr, desactiva extensiones innecesarias y prueba. A veces basta con quitar un par de complementos para devolver fluidez al navegador.

Higiene digital: uso responsable y prevención

Evita instalar por instalar: cada programa que se queda en segundo plano suma. Sé selectivo, revisa de vez en cuando en Aplicaciones y elimina lo que no usas. Y, cuando instales, lee las pantallas: muchas casillas intentan colarte software no deseado.

Cuida el escritorio y la barra de tareas: un escritorio abarrotado es síntoma de caos. Organiza accesos directos y mueve archivos a sus carpetas. En equipos con HDD, usa regularmente la herramienta de Optimizar unidades; en SSD no desfragmenta como tal, pero Windows ejecuta mantenimiento adecuado sin acortar su vida.

No te olvides de la Papelera: ábrela antes de vaciar si quieres revisar, y si no ves el icono en el escritorio, búscala desde la barra de tareas y ábrela para echar un vistazo al contenido guardado.

Finalmente, recuerda que algunas cargas de trabajo superan el hardware disponible: si solo tienes 4 GB de RAM y 20 pestañas abiertas, tocará cerrar cosas o ampliar memoria. Ajusta tus hábitos a las capacidades reales del equipo para evitar frustraciones.

Deberías notar una mejora clara: menos procesos al arrancar, más espacio libre, sistema íntegro y protegido, temperaturas bajo control y, si procede, hardware verificado. Combinando limpiezas periódicas, actualizaciones responsables y buenos hábitos, Windows vuelve a responder con soltura y estabilidad sin sufrir ni gastar de más.

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