- C y Rust ofrecen rendimiento de bajo nivel similar, pero Rust añade fuertes garantías de seguridad de memoria y concurrencia mediante su sistema de propiedad.
- C mantiene ventaja en sistemas heredados, entornos muy restringidos y ecosistema maduro, mientras que Rust destaca en nuevos proyectos críticos y concurrentes.
- El ecosistema de Rust con Cargo y crates.io impulsa la productividad moderna, y su interoperabilidad con C permite combinar ambos lenguajes en sistemas complejos.
- Para un perfil orientado a bajo nivel, aprender C para comprender la base y Rust para nuevos desarrollos seguros es una apuesta profesional muy sólida.
Elegir entre C y Rust cuando te apasiona la programación de bajo nivel no es nada trivial: ambos lenguajes te dan acceso directo a la memoria, permiten un control fino del hardware y se utilizan en sistemas donde el rendimiento marca la diferencia entre un producto excelente y uno mediocre. Sin embargo, su filosofía respecto a la seguridad, la gestión de memoria y la concurrencia es radicalmente distinta, y eso condiciona tanto cómo se programa como el tipo de errores que puedes cometer.
Si estás pensando en tu futuro profesional a 5 o 10 años vista, la duda es comprensible: C es el veterano omnipresente en sistemas operativos, firmware y código embebido; Rust, por su parte, ha irrumpido para atacar directamente las debilidades de C y C++, ofreciendo seguridad de memoria sin recolector de basura y un modelo de concurrencia mucho más seguro. Vamos a desgranar, con calma y sin fanatismos, en qué se parecen, en qué se diferencian y cuándo tiene sentido apostar por uno u otro en proyectos reales.
C y Rust como lenguajes de sistemas: qué problema intenta resolver cada uno
C lleva décadas siendo la “lingua franca” del software de bajo nivel: kernels, controladores, librerías del sistema, partes críticas de bases de datos, runtimes de otros lenguajes… Todo eso se apoya en C porque da acceso directo a memoria y CPU, genera binarios muy ligeros y se puede portar prácticamente a cualquier arquitectura imaginable.
Rust nace precisamente como respuesta a las limitaciones históricas de C y C++, sobre todo en dos frentes: seguridad de memoria y concurrencia. El lenguaje fue impulsado inicialmente por Mozilla para desarrollar componentes de bajo nivel seguros (como partes del motor de Firefox) sin renunciar al rendimiento típico de C/C++. Desde entonces, lo han adoptado empresas de primer nivel para infraestructura, sistemas de alta concurrencia, blockchain, desarrollo en Android como crear módulos Magisk en Android, servicios backend de bajas latencias o herramientas de línea de comandos muy exigentes.
Ambos se pueden considerar “ensambladores portables” en el sentido de que te dan control sobre la disposición de estructuras, elección de tipos enteros, uso de pila (stack) o montón (heap) y permiten razonar relativamente bien sobre el código máquina generado. En C esto se ha aprovechado desde siempre; en Rust, pese a sus abstracciones modernas (iteradores, traits, genéricos), el compilador está diseñado para que esas capas extra se “aplasten” en tiempo de compilación y desaparezcan en el binario final cuando toca.
Aun así, la forma de programar en Rust frente a C es muy distinta: en C todo descansa en la disciplina del programador (y en la revisión y pruebas); Rust traslada muchas de esas responsabilidades al compilador, que actúa como un revisor de contratos de memoria extremadamente estricto antes de dejarte ejecutar nada.
Gestión de memoria: manual en C frente a propiedad y préstamos en Rust
La mayor diferencia conceptual entre C y Rust está en cómo se trata la memoria. En C trabajas con punteros “a pelo”: tú decides cuándo reservar memoria (malloc, calloc, new en C++), cuándo liberarla (free, delete), cómo la compartes entre funciones o hilos y qué tamaño tienen tus buffers. Esto ofrece una flexibilidad brutal, pero abre la puerta a una larga lista de errores clásicos.
En C son habituales problemas como punteros colgantes, fugas y desbordamientos: usar memoria ya liberada, olvidar un free en una ruta de error, escribir más bytes de los que caben en un buffer, leer más allá del final de un array, liberar dos veces la misma dirección… Estos fallos pueden provocar desde crasheos difíciles de reproducir hasta vulnerabilidades de seguridad muy graves como las que vemos constantemente en exploits de bajo nivel.
Rust afronta todo esto con su famoso sistema de propiedad, préstamos y tiempos de vida. Cada valor en Rust tiene un propietario claro; cuando esa variable sale de su ámbito, la memoria se libera automáticamente sin necesidad de recolector de basura. Para usar datos sin transferir su propiedad se recurre a referencias (préstamos), que pueden ser inmutables (compartidas) o mutables (exclusivas) y que están sometidas a reglas muy estrictas que el compilador comprueba en tiempo de compilación.
Las reglas básicas de Rust son sencillas de enunciar pero duras de asimilar al principio: solo puede existir una referencia mutable a un dato a la vez, o varias inmutables, pero nunca ambas simultáneamente; las referencias no pueden vivir más tiempo que los datos a los que apuntan; y la propiedad se mueve entre variables de forma explícita. El verificador de préstamos (“borrow checker”) aplica estas normas de manera sistemática, lo que hace casi imposible (en código seguro) errores como uso después de liberar, dobles liberaciones o accesos fuera de rango sin detección.
C++ moderno intenta mitigar parte de estos problemas con punteros inteligentes y RAII (smart pointers como std::unique_ptr o std::shared_ptr y el patrón “adquisición de recursos es inicialización”), pero aun así la responsabilidad sigue recayendo con fuerza en el programador. En Rust, por diseño, esas garantías de memoria vienen “de serie” y se hacen cumplir antes siquiera de generar código máquina.

Concurrencia y programación en paralelo: riesgo en C, red de seguridad en Rust
La concurrencia es otro terreno donde la diferencia entre ambos lenguajes se hace enorme. C (y C++ con su librería estándar) ofrece hilos, mutexes, variables de condición, primitivas atómicas, etc. Con estas herramientas se puede construir prácticamente cualquier cosa, desde pipelines multihilo hasta estructuras lock-free, pero el coste en complejidad mental es alto y el compilador apenas puede ayudarte a evitar errores lógicos.
En C las carreras de datos son un enemigo silencioso: dos hilos accediendo y modificando la misma zona de memoria sin la sincronización adecuada pueden generar resultados erráticos, corruptelas difíciles de reproducir y bugs que solo aparecen en producción bajo carga. Aunque existen herramientas para depurar concurrencia (sanitizers, análisis estático, etc.), la norma es que el programador cargue con toda la responsabilidad de colocar bien los locks, usar tipos atómicos y diseñar protocolos de acceso coherentes.
Rust extiende su modelo de propiedad y préstamos al ámbito multihilo. El lenguaje introduce los traits Send y Sync, que indican si un tipo puede moverse con seguridad entre hilos o ser accedido desde varios hilos al mismo tiempo. Estas propiedades suelen derivarse automáticamente a partir de cómo está compuesto cada tipo. Si intentas hacer algo que podría introducir una carrera de datos, el compilador se queja antes de generar el binario.
Esto se traduce en una promesa muy contundente: el código Rust seguro está libre de data races. Pueden seguir existiendo otros problemas de concurrencia, como bloqueos mutuos (deadlocks) por uso incorrecto de mutexes, o condiciones de carrera lógicas (por ejemplo, decisiones mal coordinadas entre hilos), pero el peor tipo de errores de memoria concurrente —aquellos que corrompen datos de forma silenciosa— quedan prácticamente vetados por el sistema de tipos.
En la práctica, esto anima a paralelizar más y mejor en Rust. Librerías como Rayon para paralelismo de datos, Tokio para programación asíncrona o los canales de paso de mensajes se integran bien con el modelo de tipos. Muchas veces basta con cambiar un iter() por un par_iter() o usar tipos de canal adecuados para explotar varios núcleos sin miedo a estar pisando memoria compartida a escondidas.
Rendimiento real: ¿es C realmente más rápido que Rust?
Cuando se habla de velocidad pura, C y Rust juegan prácticamente en la misma liga. Ambos se compilan a código máquina nativo, sin máquinas virtuales ni recolectores de basura en medio, y utilizan backends de optimización muy potentes. Rust se apoya en LLVM (igual que clang), por lo que hereda gran parte de las capacidades de optimización que también aprovecha C.
Teóricamente, si tuvieras tiempo infinito para microoptimizar, C puede igualar o superar a Rust en casi cualquier escenario, porque nada de lo que hace Rust es imposible de replicar en C con suficiente disciplina. De hecho, algunos desarrolladores que vienen de C reconocen que, a nivel de ensamblador final, el código podría ser igual o más rápido en C si se exprimen todos los detalles y se evitan capas extra.
La cuestión es que en la práctica rara vez se dispone de tiempo ilimitado para pulir cada función. Rust facilita mucho el uso de abstracciones de alto nivel, estructuras de datos sofisticadas y librerías extremadamente optimizadas, lo que hace que, en proyectos reales, el rendimiento efectivo de un programa Rust suela estar como mínimo a la par, y a veces por encima, de su equivalente en C escrito “a mano” pero con menos ayudas.
Rust sí introduce algunas pequeñas sobrecargas cuando se escribe código muy idiomático sin pensar en el coste. Por ejemplo, trabajar siempre con índices de tipo usize en lugar de int puede aumentar algo la presión sobre registros en 64 bits; pasar puntero + longitud para slices y cadenas garantiza seguridad, pero añade un dato extra que el compilador tiene que manejar; y no todas las comprobaciones de límites de arrays se eliminan automáticamente si el optimizador no puede demostrar que son innecesarias.
Por el lado positivo, Rust también consigue pequeñas victorias de rendimiento que en C son más difíciles de lograr: las cadenas y slices llevan la longitud consigo (evitas recorridos O(n) buscando terminadores), los generics permiten que contenedores y algoritmos se especialicen por tipo al estilo de las plantillas de C++ pero con sintaxis más clara, los iteradores se encadenan y fusionan en una sola pasada y es habitual aprovechar contenedores altamente optimizados en lugar de recurrir a estructuras improvisadas como listas enlazadas subóptimas.
Tamaño de ejecutables y uso de librerías estándar
Otra diferencia interesante entre C y Rust es el tamaño de los binarios y el modelo de librerías estándar. Prácticamente todos los sistemas operativos modernos incluyen una implementación de la libc; eso significa que un “hello world” en C puede delegar en printf sin necesidad de incorporar esa función en el ejecutable, porque ya viene en las librerías compartidas del sistema.
Rust, en cambio, no puede asumir que exista una “libstd” instalada de serie. Por eso, cuando compilas un programa Rust típico, el binario suele llevar enlazados fragmentos relevantes de la biblioteca estándar, lo que hace que el tamaño de un ejecutable mínimo sea sensiblemente mayor que el de su equivalente C. Hablamos de unos pocos cientos de kilobytes de sobrecoste inicial, que en aplicaciones de escritorio o backend es prácticamente irrelevante.
En entornos embebidos, Rust permite desactivar la biblioteca estándar y generar código “bare metal” que interactúa directamente con el hardware, reduciendo al mínimo el peso del binario. En estos escenarios la flexibilidad es comparable a C, pero con la ventaja de seguir contando con el sistema de tipos y el modelo de propiedad para evitar muchos errores peligrosos.
Hay que mencionar también el posible problema de “hinchazón por genéricos”: funciones y estructuras genéricas se monomorfizan, es decir, el compilador genera versiones especializadas para cada tipo concreto con el que se usan. Eso da un rendimiento excelente, pero puede aumentar el tamaño del ejecutable si se abusa de muchas combinaciones distintas. Herramientas del ecosistema como cargo-bloat ayudan a detectar dónde se está disparando esa duplicación de código.
Ecosistema, herramientas y bibliotecas disponibles
C tiene a su favor una madurez y una cantidad de librerías sencillamente abrumadora. Cualquier sistema operativo serio ofrece una libc sólida, y alrededor de C han florecido durante décadas frameworks para interfaces gráficas, motores de bases de datos, librerías científicas, stacks de red, runtimes y utilidades de todo tipo. Además, muchos otros lenguajes ofrecen bindings hacia C, lo que lo convierte en una especie de pegamento universal.
Rust, aunque mucho más joven, ha montado un ecosistema muy cuidado alrededor de Cargo, su gestor de paquetes y herramienta de construcción. Desde el primer día tienes integración de gestión de dependencias, testing, benchmarks y generación de documentación. El repositorio de crates.io se ha llenado de paquetes que cubren desde desarrollo web a criptografía, pasando por WebAssembly, CLI, parsers de formatos (JSON, TOML, etc.) o frameworks para servicios de red de alto rendimiento.
Una diferencia cultural importante es que en Rust es muy normal apoyarse en dependencias pequeñas y especializadas, lo cual acelera mucho el desarrollo pero puede llevar a acumular muchas librerías transitivas en un proyecto. Esto tiene un impacto tanto en el tamaño del binario como en los tiempos de compilación, aunque la comunidad ha trabajado en herramientas para visualizar y racionalizar este árbol de dependencias.
En el terreno de herramientas de compilación y build systems, C suele depender de CMake, autotools, Meson o soluciones caseras con Makefiles. Son potentes y flexibles, pero también más dispersas y con una curva de aprendizaje que a veces se hace cuesta arriba. Rust unifica casi todo el flujo con Cargo, lo que simplifica bastante el día a día en proyectos complejos, sobre todo si son nuevos y no arrastran herencias.
Manejo de errores: excepciones y códigos frente a tipos Result y Option
La forma de gestionar los errores también marca diferencias notables entre C, C++ y Rust. En C lo habitual es devolver códigos de error (enteros, punteros nulos, etc.) y confiar en que el programador llame a funciones auxiliares, compruebe retornos y actúe en consecuencia. Es fácil olvidar una comprobación y seguir adelante con un estado inconsistente.
C++ introdujo las excepciones como mecanismo de propagación de errores, permitiendo lanzar objetos que se capturan con bloques try/catch. Esto hace posible separar el flujo “normal” del manejo de fallos, pero a costa de cierta complejidad en el modelo de ejecución, una posible sobrecarga de rendimiento y la necesidad de ser muy cuidadoso con la liberación de recursos en presencia de saltos no locales. RAII ayuda, pero no elimina todos los problemas.
Rust toma otro camino y evita las excepciones para el flujo normal. En su lugar, apuesta por tipos explícitos: Result para operaciones que pueden fallar (con variantes Ok y Err) y Option para valores que pueden estar presentes o no. La sintaxis del lenguaje (operadores como ?, pattern matching con match, combinadores como map, and_then, etc.) hace muy natural tratar estos casos sin necesidad de andar comprobando manualmente cada retorno.
Esta estrategia obliga a pensar en el error como parte de la firma de la función: si algo puede fallar, tu tipo de retorno lo refleja, y el compilador no te deja ignorarlo alegremente. El resultado es un código más explícito y predecible respecto a qué puede ir mal, y menos sorpresas desagradables de excepciones que burbujean desde capas profundas de la aplicación sin ser manejadas.
Seguridad, tipos y comprobaciones en tiempo de compilación

Tanto C como Rust son lenguajes compilados y con tipado estático, pero la severidad con la que el compilador aplica las reglas de seguridad es drásticamente diferente. C permite conversiones implícitas, aritmética con punteros muy flexible y un uso extenso de comportamiento indefinido: algo puede compilar sin errores ni warnings y sin embargo explotar en tiempo de ejecución de formas muy peculiares.
Rust opta por ser mucho más estricto y “tiquismiquis” en compilación. No solo revisa tipos, sino también reglas de propiedad, préstamos y tiempos de vida, posibles aliasing peligrosos, acceso concurrente no seguro o uso de datos sin inicializar en la medida de lo posible. El objetivo es que la gran mayoría de errores graves se pillen antes de llegar a ejecutar el binario, a costa de forzar al programador a negociar constantemente con el compilador hasta encontrar una forma válida y segura de expresar la lógica.
Esto conlleva una curva de aprendizaje más pronunciada en Rust, sobre todo para quienes vienen de lenguajes donde todo se fía a tiempo de ejecución. Sin embargo, una vez interiorizados los patrones idiomáticos, muchos desarrolladores experimentados comentan que se sienten más relajados refactorizando o metiendo concurrencia, precisamente porque saben que el compilador actúa como una red de seguridad muy fiable.
Casos de uso típicos: dónde suele brillar C y dónde despunta Rust
C sigue siendo imbatible en ciertos nichos por inercia, ecosistema y compatibilidad. Cuando se trata de mantener o extender sistemas operativos existentes, stacks de red muy antiguos, firmware de dispositivos con recursos extremadamente limitados o bases de código gigantes que llevan décadas en producción, C es la opción natural. También se usa mucho en bibliotecas de propósito general que luego enlazan otros lenguajes.
Rust brilla especialmente en nuevos desarrollos donde la seguridad de memoria y la concurrencia robusta son críticas. Es cada vez más común verlo en servicios backend de alto rendimiento, sistemas de mensajería, herramientas de línea de comandos muy rápidas, componentes de navegadores, motores de bases de datos modernos, blockchain y fintech, así como en aplicaciones que se compilan a WebAssembly para ejecutarse en el navegador con rendimiento nativo.
En sistemas embebidos y desarrollo de bajo nivel, ambos tienen su hueco. C continúa dominando en muchos microcontroladores mínimos y plataformas legacy, pero Rust ya se utiliza en firmware, controladores y sistemas embebidos más modernos donde se valora reducir al máximo los errores de memoria. La posibilidad de desactivar la biblioteca estándar y trabajar casi como en C, pero con el sistema de tipos de Rust, está siendo muy atractiva en este terreno.
En videojuegos y computación de alto rendimiento (HPC) la balanza aún se inclina hacia C y C++ por puro historial, herramientas de profiling específicas, motores consolidados y bibliotecas SIMD muy maduras. No obstante, Rust va ganando terreno en motores nuevos, sistemas de scripting embebidos y partes concretas del pipeline de renderizado o lógica de servidor en juegos online.
Redactor apasionado del mundo de los bytes y la tecnología en general. Me encanta compartir mis conocimientos a través de la escritura, y eso es lo que haré en este blog, mostrarte todo lo más interesante sobre gadgets, software, hardware, tendencias tecnológicas, y más. Mi objetivo es ayudarte a navegar por el mundo digital de forma sencilla y entretenida.
