Google no tendrá que vender Chrome: así quedan los límites

Última actualización: 03/09/2025
Autor: Isaac
  • El juez Amit Mehta descarta obligar a Google a vender Chrome o Android.
  • Se prohíben los acuerdos exclusivos ligados a Search, Chrome, Assistant y Gemini.
  • Google deberá compartir determinados datos de búsqueda con rivales cualificados.
  • Seguirá habiendo pagos por posiciones por defecto, pero sin exclusividad.

Sentencia sobre Google y Chrome

Tras meses de especulación, el tribunal federal ha despejado la incógnita: Google no tendrá que vender Chrome ni separarse de Android. La decisión llega en el marco del caso antimonopolio que examinaba cómo distribuye la compañía su buscador y su navegador en dispositivos y plataformas.

En lugar de una desinversión forzosa, el juez ha optado por remedios de conducta: límites a las exclusividades, apertura de ciertos datos de búsqueda a rivales cualificados y la posibilidad de mantener pagos por colocación por defecto sin convertirlos en acuerdos exclusivos. Todo ello encaja con el contexto en el que incluso se llegó a barajar una compra de Chrome por parte de terceros, como Perplexity.

¿Qué ha decidido exactamente el juez?

El fallo firmado por Amit Mehta determina que no habrá venta forzosa de Chrome ni una desinversión contingente de Android. A juicio del magistrado, la petición de obligar a desprenderse de estos activos clave suponía una extralimitación en relación con la conducta juzgada.

La sentencia prohíbe a Google contratos exclusivos vinculados a la distribución de Google Search, Chrome, el Asistente y la aplicación Gemini. Esto significa que no podrá atar la presencia de unos servicios a otros ni condicionar ingresos a la instalación de sus productos de forma exclusiva.

El tribunal acepta, sin embargo, que la compañía pueda seguir pagando por colocaciones predeterminadas (por ejemplo, la precarga o el buscador por defecto), siempre que no se conviertan en exclusividades que cierren la puerta a la competencia. También ordena a las partes reunirse con el Departamento de Justicia para instrumentar los detalles prácticos de las medidas.

Con este enfoque, el juez busca un remedio intermedio: limitar conductas que refuerzan el dominio sin desmantelar productos con un uso masivo. La lógica que subyace es que la ingeniería, la privacidad y el propio equilibrio del mercado podrían resentirse con una segmentación radical.

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Además, el texto deja claro que el alcance del caso se centra en la distribución del buscador, por lo que Android queda fuera de una desinversión y dentro de las nuevas reglas de juego sobre acuerdos y preinstalaciones.

Google Chrome y medidas judiciales

Impacto en Chrome, Android y los acuerdos por defecto

El mayor cambio práctico es que los socios podrán seguir negociando posiciones por defecto, pero sin exclusividad. En la práctica, fabricantes y desarrolladores de navegadores podrán precargar Google Search o Chrome y, a la vez, mantener vías para integrar alternativas competidoras.

En el juicio salió a la luz que, solo en 2021, Google destinó 26.300 millones de dólares a asegurar posiciones predeterminadas en navegadores y móviles. Con el nuevo marco, esos pagos no desaparecen, pero pierden su capacidad de blindar acuerdos que dificulten la entrada de rivales.

La decisión conserva intacta la base de usuarios del navegador líder, estimada en miles de millones en todo el mundo, lo que era precisamente el objetivo de quienes pedían una venta: debilitar el poder de distribución que Chrome otorga al ecosistema de Google.

Marcas como Apple o Mozilla, que dependen de ingresos por acuerdos de búsqueda, podrán seguir sellándolos, pero sin ataduras exclusivas. Esto ofrece más margen a fabricantes y desarrolladores para explorar combinaciones de servicios sin perder financiación.

En conjunto, el juez pretende que la competencia se abra por la vía de la elección real del usuario —y no por cheques que cierren el paso a alternativas—, manteniendo a la vez la estabilidad de los actores que viven de esos ingresos.

Decisión judicial sobre Chrome

Datos compartidos y competencia en plena ola de IA

La otra gran palanca del fallo es obligar a Google a compartir ciertos datos de búsqueda e índices con rivales “cualificados”. El objetivo es reducir la ventaja que otorgan señales de uso que, hasta ahora, solo la compañía explotaba a gran escala.

El acceso estará acotado por criterios técnicos y legales, buscando un equilibrio entre privacidad de los usuarios, seguridad y fomento de la competencia. En el proceso se debatió el riesgo de que terceros pudieran “ingenierizar” el sistema a partir de esos datos.

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El contexto tecnológico ha cambiado deprisa: los chatbots y la IA generativa (incluyendo las propias propuestas de Google, como Gemini) han ampliado las formas de buscar y consumir información. El juez asume esta transición y diseña medidas que permitan competir a nuevos actores sin desbaratar por completo el statu quo.

Si los competidores logran usar los datos compartidos para mejorar la relevancia de sus resultados, la ventaja histórica de Google podría estrecharse. La apertura es limitada, pero suficiente para poner a prueba el músculo de la competencia en los próximos años.

Reacciones, mercados y hoja de ruta legal

Google ha expresado reservas sobre el impacto de estas obligaciones en la experiencia y la privacidad de los usuarios, y estudia sus próximos pasos legales. La compañía ya ha apuntado que podría presentar recurso, lo que dilataría la aplicación plena del fallo.

La primera lectura del mercado fue positiva: las acciones de Alphabet subieron con fuerza tras conocerse la decisión, y también repuntaron títulos de socios clave como Apple, que seguirán cobrando por posiciones por defecto sin exigir exclusividades.

Entre los competidores hubo críticas: algunos consideran que las medidas correctoras se quedan cortas y que Google podrá conservar demasiado poder gracias a su distribución y escala. El tribunal, no obstante, prioriza evitar daños colaterales a socios y consumidores.

Lo que viene ahora es un proceso de implementación y supervisión que, previsiblemente, será de varios años. Mientras tanto, el ecosistema de búsquedas vivirá con nuevas reglas, sin que Google se desprenda de su pieza más visible: el navegador Chrome.

El veredicto marca un punto de inflexión: Google no venderá Chrome, pero deberá operar con menos exclusividades y más transparencia de datos. La pelota queda en el tejado de rivales y reguladores, que tendrán que demostrar si estas reglas bastan para que la competencia gane aire en un terreno dominado durante décadas.

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