Cómo fue la llegada de Internet a España y su impacto en nuestra vida

Última actualización: 05/12/2025
Autor: Isaac
  • La primera conexión a internet en España se realizó en 1985 desde la Universidad Politécnica de Madrid mediante el envío de un correo electrónico de prueba.
  • Internet pasó de ser una red universitaria y científica con servicios muy básicos a convertirse en una infraestructura crítica para la economía y la sociedad.
  • La generalización del ADSL, el comercio electrónico y el smartphone transformaron a España en una sociedad hiperconectada con casi todos los hogares conectados.
  • Hoy la red se apoya en inteligencia artificial y afronta retos de ciberseguridad y nuevos avances como la computación cuántica.

Historia de Internet en España

Hace cuatro décadas, en un laboratorio de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid, un grupo de docentes y técnicos decidió pulsar el botón de «enviar» y probar suerte con un correo electrónico que cruzaba la red. Aquel gesto aparentemente rutinario se convirtió en el punto de partida de la primera conexión a internet en España, un hito que nadie en ese momento imaginó que acabaría cambiando la forma de comunicarnos, trabajar, comprar, aprender y relacionarnos.

Desde entonces, el país ha pasado de unos cuantos ordenadores conectados con módems telefónicos lentos y ruidosos a una sociedad donde prácticamente todos los hogares tienen banda ancha, incluso en zonas rurales y donde llevamos internet en el bolsillo gracias al smartphone. En estas cuatro décadas, España ha dado el salto de las pruebas experimentales en universidades a convertirse en una sociedad hiperconectada, donde la red es ya una infraestructura básica tan esencial como la electricidad o el agua.

El día que España se conectó a internet por primera vez

El 2 de diciembre de 1985, un equipo de científicos e ingenieros de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid consiguió establecer la primera conexión oficial a internet en España. Se trató de un correo electrónico de prueba enviado desde un laboratorio de la ETSIT que, al recibir respuesta, confirmó que la comunicación a través de la red había funcionado correctamente.

Uno de los protagonistas de ese momento fue el catedrático Juan Quemada, profesor emérito de la UPM, que fue quien pulsó el famoso botón de «enviar». Él mismo ha recordado en más de una ocasión cómo, tras mandar aquel mensaje y recibir la contestación, todo el equipo entró en una especie de “éxtasis tecnológico” al comprobar que la conexión funcionaba. Venían de una época en la que las cartas tardaban semanas en llegar por correo postal, así que ver un mensaje cruzar fronteras en cuestión de segundos era casi ciencia ficción.

En ese contexto, España aún dependía enormemente de procesos analógicos: comunicación por carta, teléfonos fijos y documentación en papel. Por eso, aquel primer email no fue solo una curiosidad técnica, sino el inicio de una transformación profunda de los hábitos de trabajo y de la colaboración entre universidades y centros de investigación.

Lo más curioso es que, en aquel momento, los protagonistas de este hito no fueron realmente conscientes de lo que estaban poniendo en marcha. El propio Quemada ha explicado que lo percibieron como un avance importante en proyectos de investigación y cooperación, pero sin imaginar en absoluto que estaban abriendo la puerta a una red que terminaría por «ponerlo todo patas arriba» en la vida diaria de millones de personas.

La necesidad de dar este paso venía en gran parte impulsada por la inminente incorporación de España a la Comunidad Económica Europea. Para participar en proyectos europeos y colaborar con otras universidades del continente, resultaba fundamental disponer de correo electrónico y conexión a redes académicas internacionales. Aquella prueba con módem telefónico supuso, en la práctica, la entrada del sistema universitario español en la gran red de redes.

Primera conexión a Internet en España

Una red que nació en la universidad y en los laboratorios

En sus primeros años, internet en España estuvo restringida casi por completo al ámbito universitario y científico. La conexión se utilizaba sobre todo para intercambiar correos electrónicos muy básicos y para realizar transferencias de archivos entre centros de investigación. Nada de navegar por webs, redes sociales o ver vídeos en streaming: el uso era fundamentalmente académico y técnico.

El desarrollo de la red en esos años iniciales estuvo muy ligado a infraestructuras como RedIris, la red de comunicaciones académicas y de investigación que comenzó a conectar universidades, centros públicos de investigación y organismos oficiales. Gracias a RedIris, España pudo integrarse en las plataformas europeas de investigación y redes universitarias, facilitando la colaboración con otros países justo en las vísperas de la integración plena en la Comunidad Económica Europea.

  Cómo Usar Skype En Windows 10.

Con el tiempo, además de los equipos universitarios, empezaron a participar otros actores clave. Entre ellos destacó Infovía, un servicio impulsado por Telefónica que actuó como precursor del acceso comercial a internet para el gran público. Infovía permitía a los usuarios conectar sus módems a una red de datos nacional y, desde ahí, acceder a distintos servicios y, poco después, a la propia internet global.

En la conmemoración del 40 aniversario de aquella primera conexión, la Universidad Politécnica de Madrid ha reunido a varios de estos pioneros, junto con figuras internacionales de primer nivel. Entre los invitados virtuales destacan Vinton Cerf y Robert Kahn, considerados los «padres de internet» por ser los creadores del protocolo TCP/IP, la tecnología fundamental que hace posible enviar datos por la red entre ordenadores que utilizan sistemas y redes muy distintos.

Ese protocolo fue la clave para resolver lo que muchos describían como “la torre de Babel de las redes”: existían numerosas redes de datos que no se entendían entre sí, y el Internet Protocol (IP) nació precisamente para lograr que todas pudieran comunicarse. En España, el despliegue del protocolo IP durante aquellos años ochenta supuso el verdadero arranque del internet tal y como lo entendemos hoy.

Evolución de la red en España

De los módems y los portales pioneros a la banda ancha

Tras las primeras conexiones universitarias, comenzaron a aparecer en España los primeros proveedores comerciales de acceso a internet. Los usuarios que se aventuraban entonces a conectarse utilizaban módems telefónicos que emitían aquellos característicos pitidos y chirridos mientras establecían la conexión, ocupando la línea telefónica y navegando a velocidades que hoy resultarían desesperantes.

En esa primera etapa de popularización surgen también los grandes portales de internet de finales de los noventa, como Terra, Ozú, Yupi o Ya.com. Estos sitios funcionaban como puertas de entrada a la red, concentrando noticias, buscadores, servicios de correo, chats y enlaces, y para muchos usuarios españoles fueron su primer contacto real con la navegación web más allá del uso universitario o profesional.

La auténtica explosión digital llegó con la implantación del ADSL, que permitió mantener una conexión permanente sin bloquear la línea telefónica y multiplicar la velocidad de descarga y surgieron herramientas para realizar pruebas de velocidad. Coincidiendo con el cambio de siglo, el ADSL allanó el camino para el despegue del comercio electrónico, el incremento del consumo de contenidos online y la aparición de las primeras redes sociales que empezaron a cambiar la forma de relacionarse, especialmente entre los más jóvenes.

Poco a poco, internet dejó de ser una herramienta limitada a ámbitos técnicos y se fue incorporando al día a día: se empezó a utilizar para consultar información, enviar correos masivos, gestionar trámites, leer prensa digital o chatear en tiempo real. La red iba ganando protagonismo en la economía, la cultura y la administración pública.

Con la generalización de la banda ancha y la mejora continua de las infraestructuras, España ha ido escalando posiciones hasta situarse entre los países mejor conectados del mundo. La fibra óptica hasta el hogar y las nuevas redes móviles, junto con DNS seguros y rápidos, han completado un proceso que, visto con perspectiva, arranca de aquella modesta prueba de correo electrónico en 1985.

Sociedad hiperconectada en España

La revolución del smartphone y la vida sin internet “de antes”

Si hubo un momento que terminó de consolidar internet como parte inseparable de la vida cotidiana, ese fue la revolución del teléfono móvil inteligente. El smartphone metió literalmente la red en el bolsillo de los usuarios, permitiendo conectarse en cualquier lugar y momento, y transformando a España en una auténtica sociedad hiperconectada.

Antes de que internet lo impregnara todo, la vida funcionaba de otra forma: para encontrar un teléfono o una dirección era imprescindible recurrir a las páginas amarillas o a las guías impresas; si uno se perdía en una ciudad, lo normal era tirar de mapa en papel o preguntar a la gente por la calle, porque no existía Google Maps ni apps de navegación que te guiaran paso a paso.

La información se buscaba en enciclopedias y libros de consulta, no en Wikipedia ni en buscadores online. Hoy, en cambio, basta con unos pocos clics o una consulta rápida en el móvil para tener acceso a casi cualquier dato; por ello es cada vez más importante saber cómo identificar fake news y fuentes fiables en la red.

La comunicación también era otra historia: si uno llegaba tarde a una cita, no había WhatsApp ni Telegram para avisar en segundos. Se recurría a expresiones coloquiales cara a cara o a llamadas desde cabinas telefónicas, y muchas veces simplemente se asumía que habría que esperar pacientemente al otro. Los móviles, cuando llegaron, eran básicos y sin conexión a internet, y aprenderse de memoria los números de teléfono importantes era lo más habitual.

  Cómo usar tu PC con Windows como un router: guía práctica y opciones avanzadas

En cuanto al ocio, las series solo podían verse en la televisión, siguiendo la emisión semanal de cada capítulo, y si te lo perdías, no había plataformas como Netflix, Prime Video o HBO que te permitieran recuperarlo a la carta. La música se escuchaba en walkman, cadenas de música o radiocasetes, cambiando de pista manualmente en cintas o discos, muy lejos de la comodidad de Spotify y otras plataformas de streaming actuales.

Impacto de Internet en la vida cotidiana

De guardar en disquetes a vivir en la nube

Otro de los grandes cambios tiene que ver con la forma de almacenar y compartir información. Antes de que existieran servicios como Google Drive o el almacenamiento en la nube, los documentos se guardaban en disquetes, CDs o discos duros externos. Perder un soporte físico podía suponer perder para siempre trabajos, fotos o archivos importantes.

El salto a la nube ha permitido que los usuarios puedan acceder a sus documentos desde cualquier dispositivo con conexión a internet, compartirlos en segundos con otras personas y mantener copias de seguridad automáticas. Este mismo cambio ha impulsado nuevas formas de colaboración remota, edición compartida de archivos y trabajo en equipo sin necesidad de estar todos en la misma oficina o aula.

Tampoco se puede olvidar el impacto de los servicios de mensajería y las aplicaciones de comunicación instantánea. Hoy es normal mantener grupos de trabajo, familiares o de amigos en distintas apps, compartir fotos, documentos y enlaces en tiempo real, y organizar nuestro día a día desde el móvil. Hace cuarenta años, en cambio, organizar cualquier cosa implicaba quedar físicamente o hablar por teléfono fijo, muchas veces sin la flexibilidad que ahora damos por hecha.

Incluso los videojuegos han cambiado radicalmente: antes, para jugar con amigos había que reunirse en la misma habitación o compartir la misma consola; ahora, las partidas en línea permiten conectar con personas de todo el mundo, coordinarse mediante chat de voz e incluso competir en ligas profesionales de deportes electrónicos.

Todo este entorno hiperconectado es herencia directa de aquel lento proceso que comenzó con redes experimentales, servidores modestos y correos rudimentarios, y que hoy se traduce en una presencia constante de servicios digitales en prácticamente todas las facetas de la vida.

España hoy: un país casi totalmente conectado

Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman hasta qué punto internet se ha integrado en la vida de la población española. Según sus encuestas, alrededor del 96,3 % de las personas entre 16 y 74 años utiliza internet de forma habitual. Eso significa que, a efectos prácticos, casi todos los ciudadanos en edad activa están conectados de una u otra manera.

Más de la mitad de la población, en torno al 60 %, ha realizado compras online en los últimos tres meses, lo que refleja la generalización del comercio electrónico en productos tan diversos como ropa, electrónica, alimentación o servicios digitales. Comprar por internet ha pasado de ser algo novedoso a una rutina perfectamente asumida por buena parte de la sociedad.

El INE también pone de relieve que aproximadamente el 38 % de los usuarios ya utiliza herramientas de inteligencia artificial, aunque en muchos casos ni siquiera sea plenamente consciente de ello. Estas aplicaciones abarcan desde asistentes virtuales y sistemas de recomendación personalizados hasta filtros de spam, traductores automáticos o chatbots de atención al cliente.

En términos de competencias digitales, cerca del 66,5 % de la población dispone de habilidades básicas o incluso avanzadas. Esto incluye saber gestionar correos, usar procesadores de texto, navegar con seguridad, configurar dispositivos o sacar partido a herramientas colaborativas en la nube. Aunque aún existe margen de mejora, el salto respecto a hace tan solo dos décadas es enorme.

En la parte de infraestructuras, el porcentaje de hogares con conexión de banda ancha alcanza el 97,4 %. La mayoría utiliza esta conexión para tareas ligadas a la comunicación, la información, la banca online y la educación, mientras que en menor medida se aprovecha para actividades como la venta de bienes, la participación política y social o la búsqueda activa de empleo.

Internet como columna vertebral de la sociedad y la economía

Cuatro décadas después de aquella primera conexión, internet se ha consolidado como la columna vertebral de la sociedad española. Ya no es una simple herramienta externa, sino una infraestructura crítica que sostiene buena parte del funcionamiento económico, administrativo y social del país.

Las relaciones con las administraciones públicas se apoyan cada vez más en la tramitación online: presentación de documentos, solicitudes, certificados, citas previas y un sinfín de gestiones se realizan ya de forma telemática. Este cambio ha simplificado muchos procesos, aunque también ha obligado a las instituciones a garantizar la accesibilidad y la seguridad de los datos.

  Trucos infalibles para mejorar la cobertura WiFi del móvil Android en casa

En el ámbito laboral, el teletrabajo ha ganado terreno, especialmente tras los cambios acelerados por la pandemia. Reuniones por videoconferencia, acceso remoto a recursos corporativos y herramientas de colaboración permiten que muchas personas puedan desempeñar sus tareas desde casa o en movilidad. Sin la infraestructura de internet desplegada en las últimas décadas, todo esto habría sido inviable.

El ocio y el entretenimiento también dependen hoy en gran medida de la red. Las plataformas de vídeo y música en streaming han cambiado la forma de consumir contenidos audiovisuales, y los servicios de videojuegos online han generado nuevas formas de entretenimiento y socialización. La mensajería instantánea, por su parte, se ha convertido en el canal principal de comunicación interpersonal para millones de usuarios.

Esta omnipresencia de internet ha transformado igualmente la manera de aprender, consumir y relacionarse. Desde cursos en línea y formación a distancia hasta reseñas, comparadores de precios y comunidades digitales, la red atraviesa prácticamente todos los ámbitos de la vida cotidiana, hasta el punto de que a muchas personas les cuesta imaginar cómo se organizaba todo antes de su llegada.

El papel de la inteligencia artificial y el futuro de la red

En la actualidad, internet se encuentra inmersa en un nuevo salto cualitativo de la mano de la inteligencia artificial (IA). Los algoritmos de IA intervienen en la optimización del tráfico de datos, la predicción de fallos en redes, la personalización de búsquedas y contenidos, la detección de ciberataques en tiempo real o la automatización de tareas que hace no tanto requerían intervención humana.

Sin embargo, algunas voces autorizadas, como el propio Juan Quemada, piden cierta prudencia con las expectativas. En su opinión, el fenómeno de la IA está algo “sobredimensionado” en cuanto al discurso público. Los algoritmos que hacen posibles muchas de estas aplicaciones existían desde hace años; lo que realmente ha disparado sus capacidades ha sido la masiva acumulación de datos en internet, que permite entrenar modelos capaces de imitarnos con una precisión que a veces incluso inquieta.

Para el usuario medio, la IA se manifiesta en asistentes virtuales más eficientes, sistemas de recomendación que parecen conocernos al detalle, filtros automáticos que separan el correo importante del spam o herramientas que ayudan a redactar textos y resumir documentos. Todo ello se apoya en la enorme cantidad de información generada a diario en la red, desde publicaciones en redes sociales hasta historiales de navegación o registros de compra.

Más allá de la IA, muchos expertos señalan que la próxima gran revolución podría llegar con la computación cuántica. Esta tecnología promete llevar a otro nivel la seguridad de las comunicaciones, las capacidades de cálculo para resolver problemas complejos y el tratamiento de grandes volúmenes de datos. Aunque todavía está en una fase relativamente temprana, su integración futura con las infraestructuras de internet podría redefinir, de nuevo, el papel de la red en la sociedad.

En paralelo, la necesidad de reforzar la ciberseguridad es cada vez más evidente. A medida que más servicios críticos dependen de internet, aumenta el interés de los ciberdelincuentes y se hacen imprescindibles sistemas de protección capaces de reaccionar en tiempo real. Aquí, de nuevo, la inteligencia artificial juega un papel clave al ayudar a detectar patrones anómalos y ataques antes de que se propaguen.

Mirando todo este recorrido, desde aquel primer correo electrónico enviado en 1985 hasta la actual sociedad hiperconectada e impulsada por la inteligencia artificial, se entiende mejor la magnitud del cambio: España ha pasado de experimentar con conexiones lentas y rudimentarias en laboratorios universitarios a depender de una red que actúa como sistema nervioso del país, articulando la economía, la administración, el ocio, la educación y las relaciones personales, y preparando el terreno para nuevas transformaciones que, quizá, hoy tampoco alcanzamos todavía a imaginar.

rtve y forta presentan iniciativa dvb-i en España
Artículo relacionado:
RTVE y FORTA activan el piloto DVB-I en España: así cambia la TV en abierto