- Remaster: mejora técnica del original (resolución, texturas, audio, rendimiento) sin cambios de diseño sustanciales.
- Remake: reconstrucción desde cero; puede ser visual o de diseño, con nuevas mecánicas, niveles o ajustes narrativos.
- Reboot: reinicio de una IP con nueva continuidad y tono; Port: misma experiencia en otro hardware; parches no son relanzamientos.

Los videojuegos miran cada vez más a su pasado y, entre tanto anuncio, no es raro que nos perdamos con tanto término: remaster, remake, demake, reboot, port… La frontera entre unos y otros es fina y, a veces, confusa, sobre todo cuando cada proyecto mezcla mejoras técnicas con cambios jugables y decisiones comerciales. Aquí te despejamos todas las dudas con definiciones claras y ejemplos que lo dejan cristalino.
Si lo piensas, la tendencia tiene lógica: hay clásicos con tirón eterno y nuevas generaciones de jugadores con ganas de descubrirlos sin lidiar con limitaciones técnicas del pasado. El truco está en entender qué cambia exactamente en cada etiqueta: desde un simple lavado de cara a una reconstrucción total, pasando por reinicios de saga que reescriben su ADN. Vamos por partes, sin prisas y con casos muy concretos para que salgas sin una sola duda.
¿Qué es un remaster en videojuegos?
En una remasterización se mantiene el juego original como base y se trabaja sobre él para que luzca y suene mejor. La idea es modernizar la presentación (resolución, texturas, calidad de audio 3D, rendimiento) sin alterar de manera sustancial el contenido ni la jugabilidad. Es, dicho en corto, el mismo juego que recuerdas, pero más nítido, estable y agradable de jugar en hardware actual.
Eso no impide que a veces haya retoques menores en el control o pequeños añadidos de calidad de vida. Hay casos que van al límite entre remaster y remake, como Xenoblade Chronicles: Definitive Edition en Nintendo Switch: mejora visual masiva y ajustes jugables, pero sigue montado sobre la estructura y el diseño del original, por lo que se sigue considerando remaster.
Ejemplos hay a patadas. Mass Effect Legendary Edition moderniza la trilogía con una revisión gráfica profunda y algunos ajustes en el primer juego, pero el corazón y el diseño siguen siendo los de siempre. Blizzard dio un lavado de cara a StarCraft: Remastered, y LucasArts vio renacer clásicos como Grim Fandango con texturas y sonido pulidos. También encajan aquí remasters como Dark Souls Remastered o Age of Empires II HD, que actualizaron resolución y compatibilidad antes de que llegaran las Definitive Edition con más cambios.
Otros proyectos fueron más accidentados: Warcraft III: Reforged prometía ser la puesta a punto definitiva pero quedó lejos de las expectativas. En el otro extremo, The Legend of Zelda: The Wind Waker HD no solo subió la resolución, también retocó el ritmo de algunas misiones tediosas, manteniendo intacto su diseño fundamental.
Un remaster puede aprovechar además las posibilidades técnicas actuales: Zone of the Enders: The 2nd Runner – M∀RS añadió compatibilidad con VR y objetivos de imagen más ambiciosos como 4K y 60 fps, algo impensable en su lanzamiento original. Y luego están las reediciones “HD” que remasterizan a su vez un remake previo, como Resident Evil HD, que actualiza el remake de GameCube, y su precuela Resident Evil Zero con idéntico tratamiento.
¿Qué define a un remake?
Un remake se rehace desde cero, a menudo con un motor moderno, nuevos assets y, si hace falta, cambios de calado en mecánicas, niveles e incluso en la narrativa. Aunque conserve la esencia, no se limita a pulir: reconstruye. Suele ser la opción cuando el original ha envejecido en jugabilidad o cuando se busca reimaginar ciertos pasajes con estándares actuales.
Hay dos grandes familias útiles para entenderlos: remakes visuales y remakes de diseño. Los visuales recrean todos los recursos gráficos y técnicos (modelados, iluminación, animaciones, efectos, etc.) sin tocar fondo el diseño jugable. Los de diseño, además de lo anterior, introducen mecánicas nuevas, rediseñan encuentros o amplían contenido.
Resident Evil 2 Remake y el primer Resident Evil rehacen su material con tecnología actual, ajustando el ritmo, el control y la presentación para hacerlos más actuales sin perder su identidad. Final Fantasy VII Remake va incluso más lejos: combate totalmente modernizado y una reinterpretación narrativa que amplía y recontextualiza parte de la historia, conservando los hitos y personajes clave.
También hay casos frontera. Metroid Prime Remastered está a caballo entre remaster y remake visual: presentación modernizada y control adaptado a las opciones de Switch, pero el diseño del juego se mantiene prácticamente idéntico. En cambio, Tomb Raider: Anniversary rediseñó su clásico con gráficos renovados y mecánicas incorporadas (como nuevas maniobras y eventos de acción), acercándose claramente al terreno del remake de diseño.
Más ejemplos de remakes de diseño que han brillado: Dead Space Remake, con zonas adicionales y ajustes sistémicos; Metroid: Samus Returns en 3DS, que amplía mapeado y encuentros (incluyendo el choque con Ridley); o la serie de remakes modernos de Resident Evil del 2 al 4, fieles al alma de la saga, pero rediseñados para que se sientan contemporáneos.
En plataformas y aventuras, DuckTales regresó con una nueva dirección artística y secuencias añadidas; Ratchet & Clank (2016) se considera un remake visual con ajustes de ritmo que acompasó la película; y la trilogía Crash Bandicoot N. Sane Trilogy reconstruyó los juegos con nuevos assets y física afinada, manteniendo la base pero actualizando sensación y aspecto. Super Mario RPG recuperó su encanto con un remake reciente que añade escenas y mecánicas suaves para modernizar el flujo de combate y exploración.
Demake: el camino inverso
El demake hace exactamente lo contrario de un remake: toma un juego moderno y lo reimagina como si hubiera salido en un sistema clásico. La mayoría de demakes nacen de la escena fan y sirven de homenaje y experimento creativo. A menudo, además, plantean soluciones ingeniosas a limitaciones de hardware retro.
Un ejemplo precioso es Bloodborne PSX, un demake que imagina el juego de FromSoftware en la primera PlayStation, con polígonos grandes, efectos mínimos y ese aire noventero tan reconocible. La industria no ha explorado este formato de forma comercial de manera amplia, pero la comunidad mantiene viva esta corriente con proyectos sorprendentes.
Reboot: reiniciar una saga
Un reboot es un reinicio de franquicia. Se conservan elementos identificables (nombre, personajes, universo) pero se arranca una nueva continuidad que permite reinterpretar el tono, la historia e incluso el género. A menudo, es la vía para relanzar una IP y ponerla a tono con gustos actuales.
El reboot de Tomb Raider de 2013 es un ejemplo canónico: una Lara Croft novata y vulnerable que evoluciona hacia la supervivencia, con enfoque más crudo y contemporáneo en mecánicas y narrativa. Ninja Gaiden de 2004 reinició la licencia clásica transformándola en uno de los hack and slash más contundentes de su tiempo, con un enfoque 3D pulido y exigente.
También destaca XCOM: Enemy Unknown (2012). Mantiene la premisa de defender la Tierra de incursiones alienígenas pero simplifica y agiliza sistemas, contando con una interfaz y un ritmo acordes a los tiempos. Y qué decir de DOOM (2016): recupera la esencia frenética y la actualiza con ejecuciones y sistemas modernos, sin traicionar el espíritu bestial del original. DOOM 3, por su parte, suele considerarse hoy un spin-off más que un reboot canónico por cómo encaja su historia.
Hay reboots que además buscan apelar a nuevas audiencias, como DmC: Devil May Cry; no siempre salen como espera la comunidad, y muchos jugadores prefieren remasters o remakes cuando la fórmula original funciona de maravilla. Pero cuando están bien hechos, un reboot puede prolongar la vida de una IP durante años.

Port: llevar el mismo juego a otra plataforma
Un port es, literalmente, trasladar un videojuego de una plataforma a otra. No implica cambios de diseño ni contenido, aunque puede conllevar ajustes técnicos para que funcione bien en el nuevo hardware, por ejemplo para jugar a juegos de Windows en Mac. Su objetivo: que el mismo juego sea jugable en más dispositivos.
Ejemplos claros: Red Dead Redemption llegó a Nintendo Switch como un port que respeta el contenido del original y lo adapta al rendimiento de la consola. The Witcher 3 también aterrizó en Switch con concesiones gráficas para mantener fluidez, pero sin reimaginar sistemas ni historia. Un buen port se mide por estabilidad, tiempos de carga razonables y fidelidad a la experiencia base.
Parches de mejora técnica: no son ni remaster ni remake
Además de remasters y remakes, hay actualizaciones técnicas que no se venden como producto aparte. Son parches que exprimen el hardware moderno para mejorar resolución, tasa de fotogramas o tiempos de carga en el juego existente, sin introducir cambios jugables o gráficos de calado.
Esto incluye cosas como FPS Boost en Xbox Series, parches “next‑gen” de The Witcher 3 o actualizaciones en títulos de Ubisoft (como Far Cry 4) para aprovechar consolas recientes. No se consideran remasters porque no relanzan el juego con una edición nueva, ni remakes porque no hay reconstrucción desde cero.
Remaster vs remake: cómo distinguirlos de un vistazo
Hay pistas que te aclaran rápidamente qué tienes delante. Si ves que el juego es el mismo de siempre, pero aguanta tipo en una tele 4K con texturas más nítidas, casi seguro es un remaster. Si, en cambio, todo luce distinto, el control es otro y hay sorpresas en niveles o progresión, apunta a remake.
Un remaster suele hablar de “HD”, “Definitive Edition” o “Remastered”, y su lista de mejoras se centra en lo técnico. Un remake presume de motor nuevo, assets reconstruidos, IA actualizada y cambios jugables. A veces, eso sí, hay grises: Metroid Prime Remastered está muy cerca de un remake visual por su envergadura técnica, mientras que Mass Effect Legendary Edition introdujo ajustes de control y ritmo en el primer juego sin dejar de ser una remasterización.
Otro detalle útil: si el estudio habla de “recrear” o “reimaginar”, suele ser remake. Si insiste en “mejorar presentación”, “subir resolución” y “texturas renovadas”, lo normal es remaster. Cuando veas cambios en escenas o añadidos de contenido (jefes, zonas, mecánicas nuevas), la aguja se inclina a remake de diseño. También vale fijarse en si arreglan problemas visuales como el pop-in en videojuegos, algo que suele asociarse a retoques gráficos en remasterizaciones.
Ejemplos destacados por categoría
- Remasters: Dark Souls Remastered; StarCraft: Remastered; Grim Fandango Remastered; Age of Empires II HD; The Legend of Zelda: The Wind Waker HD; Zone of the Enders: The 2nd Runner – M∀RS; Halo: Combat Evolved Anniversary; The Last of Us Remastered; Gears of War: Ultimate Edition; Resident Evil HD (remaster del remake) y Resident Evil Zero HD.
- Remakes visuales y de diseño: Resident Evil (GameCube), Resident Evil 2 Remake, Resident Evil 3 y 4 Remake; Dead Space Remake; Tomb Raider: Anniversary; Metroid: Samus Returns; Super Mario RPG (remake moderno); DuckTales con niveles y secuencias añadidas; Crash Bandicoot N. Sane Trilogy; Ratchet & Clank (2016).
- Reboots: Tomb Raider (2013); Ninja Gaiden (2004); XCOM: Enemy Unknown (2012); DOOM (2016); DmC: Devil May Cry como ejemplo de giro para otra audiencia.
- Ports: Red Dead Redemption en Nintendo Switch; The Witcher 3 en Nintendo Switch como adaptaciones con concesiones técnicas.
Casos especiales y etiquetas complicadas
Hay sagas donde poner una etiqueta única es casi un deporte de riesgo. Prince of Persia, por ejemplo, ha pasado por remasters, remakes y reboots entre Las Arenas del Tiempo y sucesivas reinterpretaciones. No es raro ver remasters de remakes o reboots que luego inspiran nuevas secuelas.
También conviene recordar que no todo “HD” equivale a remaster: a veces es una mera compatibilidad mejorada o un port cuidado con opciones gráficas flexibles. Y hay remasters que integran mejoras puntuales en control o UI que, sin cambiar el diseño base, hacen que la frontera con el remake visual se sienta difusa.
Checklist rápido antes de comprar
- ¿Se vende como edición nueva? Si no y es un parche gratuito, probablemente es una actualización técnica, no un remaster/remake.
- ¿Cambian niveles, mecánicas o historia? Si la respuesta es sí, huele a remake (y si hay grandes adiciones, de diseño).
- ¿Solo mejora resolución/texturas/sonido? En ese caso, encaja con remaster.
- ¿Es la misma experiencia en otro hardware? Eso es un port; si además aprovecha potencia extra sin relanzar, hablamos de parche de mejora.
En cualquier caso, lo clave es que la etiqueta te ayude a calibrar expectativas. Un remaster debería respetar el tacto original con mejor presentación; un remake, sorprenderte con una experiencia equivalente pero reconstruida; un reboot, ilusionarte con una nueva etapa para la saga; y un port, permitirte jugar donde antes no podías.
Tras este recorrido, queda claro que estas palabras no son un capricho de marketing sino formas distintas de traer de vuelta grandes juegos. Entenderlas te ahorra decepciones y te ayuda a valorar el trabajo real que hay detrás: desde el reto técnico de mantener intacto un clásico, hasta la osadía de reimaginarlo con las reglas de hoy.
Redactor apasionado del mundo de los bytes y la tecnología en general. Me encanta compartir mis conocimientos a través de la escritura, y eso es lo que haré en este blog, mostrarte todo lo más interesante sobre gadgets, software, hardware, tendencias tecnológicas, y más. Mi objetivo es ayudarte a navegar por el mundo digital de forma sencilla y entretenida.