Cómo se protege un dispositivo contra el agua para cumplir IPX8

Última actualización: 17/12/2025
Autor: Isaac
  • La certificación IPX8 garantiza protección frente a inmersión prolongada en agua, pero las condiciones exactas las define cada fabricante.
  • Lograr IPX8 exige un diseño con juntas, sellados y materiales específicos, más pruebas de laboratorio según normas como IEC 60529.
  • El agua salada y el cloro pueden corroer componentes, por lo que es clave el uso de fundas IPX8, cajas estancas y un mantenimiento correcto.
  • Elegir el grado IP adecuado (IPX4, IPX7, IPX8, IP69K, etc.) depende del entorno y la intensidad de exposición a agua y polvo.

Protección IPX8 frente al agua

Meter el móvil en la piscina, usar una linterna bajo la lluvia o llevar un reloj inteligente a la playa son cosas que muchos hacemos sin pensarlo demasiado, pero que pueden acabar en desastre si el dispositivo no está bien protegido contra el agua. La famosa certificación IPX8 suena a “a prueba de todo”, aunque la realidad es bastante más matizada.

Para que un dispositivo pueda anunciarse como compatible con IPX8 hay detrás un trabajo importante de ingeniería, diseño de carcasas y pruebas de laboratorio, además de muchas limitaciones que rara vez aparecen en el anuncio. Vamos a desmenuzar qué significa realmente IPX8, cómo se protege un dispositivo para cumplir ese nivel y qué podemos esperar en situaciones reales como mar, piscina, lluvia o polvo.

Qué es realmente la certificación IP e IPX8

La clasificación IP (Ingress Protection) es un estándar internacional que indica el grado de protección frente a sólidos y líquidos. Está definida principalmente por la norma IEC 60529 (y equivalentes como EN 60529 en Europa) y se expresa con dos dígitos: IPXY. El primer dígito X es la protección frente a cuerpos sólidos (polvo, arena, objetos) y el segundo Y es la protección frente a la entrada de agua.

Cuando ves una referencia del tipo IPX7 o IPX8, esa “X” indica que el equipo no ha sido ensayado (o no declara datos) frente a polvo, sólo frente a agua. Puede estar perfectamente sellado contra partículas, pero a efectos de la ficha técnica el fabricante sólo certifica el nivel de protección al líquido.

La escala de protección frente a sólidos (primer dígito) va desde 0 hasta 6: desde “sin protección” hasta “totalmente estanco al polvo”. IP1X evita la entrada de objetos mayores de 50 mm (una mano), IP2X protege contra dedos, IP3X contra herramientas más finas, IP4X contra cables pequeños, IP5X permite algo de polvo sin que afecte al funcionamiento e IP6X marca que no entra polvo en condiciones normales de uso.

En el caso de líquidos (segundo dígito), la escala típica va desde 0 hasta 9 o 9K. Cada número representa una situación de agua más agresiva: goteo vertical, agua inclinada, pulverización, salpicaduras, chorros, chorros potentes, inmersión temporal, inmersión prolongada y, por último, chorros de agua a alta presión y temperatura (9K) como los que se usan para limpiar maquinaria.

Dispositivo con certificación IPX8

Del IPX1 al IPX9K: cómo se ensaya la protección frente al agua

Cómo tomar fotos bajo el agua con tu Smartphone-2

Las pruebas IP de agua no son un simple “lo meto en un cubo y a ver qué pasa”, sino que siguen procedimientos muy estrictos marcados por normas como IEC 60529, ISO 20653 o DIN 40050-9. Cada nivel IPX1…IPX9K tiene condiciones de presión, caudal, tiempo y orientación bien definidas.

En los niveles bajos (IPX1 a IPX4) se simulan escenarios de lluvia ligera, inclinada o salpicaduras. IPX1 consiste en gotas verticales cayendo durante un tiempo determinado; IPX2 repite el goteo con el dispositivo inclinado; IPX3 añade rociado de agua desde distintos ángulos e IPX4 implica salpicaduras desde cualquier dirección.

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A partir de IPX5 e IPX6 se ensayan chorros de agua con distintos caudales y presiones. Un equipo IPX5 resiste chorros moderados, mientras que IPX6 soporta chorros muy fuertes, normalmente a distancias y caudales especificados (por ejemplo, decenas o cientos de litros por minuto a unos metros).

IPX7 e IPX8 están pensados para inmersión. IPX7 implica sumergir el dispositivo a 1 metro durante 30 minutos; si al sacarlo no ha entrado agua en cantidad dañina, pasa la prueba. IPX8 va un paso más allá: se trata de inmersión prolongada a mayor profundidad o tiempo, pero, y esto es clave, las condiciones exactas las define el propio fabricante.

En las normas ISO 20653 y DIN 40050-9 aparecen variantes “K” como IPX4K o IPX6K y el nivel IPX9K, que describe ensayos con chorros de agua a muy alta presión y temperatura (por ejemplo, 14-16 litros por minuto, a unos 10 cm de distancia y alrededor de 80 °C). Este tipo de protección se emplea mucho en automoción y en industria alimentaria, donde la limpieza es extremadamente agresiva.

Qué significa exactamente IPX7 e IPX8 en el día a día

Un dispositivo IPX7 está preparado para sobrevivir a una inmersión accidental corta, como caída en el fregadero o en un charco profundo, siempre que se cumplan las condiciones estándar de la norma: agua dulce, estática (sin corrientes fuertes), 1 metro de profundidad y hasta 30 minutos.

La certificación IPX8 indica que el equipo aguanta inmersión prolongada en condiciones más exigentes que IPX7, pero cada fabricante define el “escenario real” de su prueba. Por ejemplo, algunos móviles plegables con IPX8 se certifican para hasta 1,5 metros de agua dulce durante 30 minutos; otros dispositivos, como fundas o cámaras de acción, pueden anunciar 3, 5 o incluso 10 metros.

Lo importante es que IPX8 no garantiza necesariamente que puedas bajar con el dispositivo a 10 metros de profundidad o estar horas dentro del agua. Sólo asegura que, en las condiciones exactas de ensayo (detalladas en especificaciones o notas legales), la cantidad de agua que entra no compromete el funcionamiento.

Además, IPX8 no habla de polvo, arena ni salitre. Un móvil con IPX8 pero “X” en el primer dígito puede estar muy bien sellado frente al agua, pero no necesariamente frente a partículas sólidas. En algunos modelos plegables, por ejemplo, la resistencia al agua es muy alta, pero no se declara resistencia al polvo para no crear falsas expectativas.

Muchos smartphones, wearables y otros gadgets combinan IP6X con IPX7 o IPX8, dando lugar a sellados tipo IP67 o IP68. En esos casos sí hay garantía formal de que no entrará polvo dañino y de que pueden sumergirse en las condiciones aprobadas (normalmente 1 metro/30 minutos para IP67 y mayor profundidad o tiempo para IP68, según el fabricante).

Cómo se diseña un dispositivo para soportar IPX8

cómo se proteje un dispositivo contra el agua para que sea compatible con IPx8

Lograr que un gadget aguante IPX8 no es sólo cuestión de ponerle una junta de goma y listo. Detrás hay un diseño completo de la carcasa, de la forma de ensamblado, de las tapas de conectores y de la protección interna de los componentes electrónicos.

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El primer ingrediente son las juntas y sellos perimetrales colocados en las uniones de la carcasa, alrededor de la pantalla, sobre la tapa trasera y en todos los puntos susceptibles de fuga. Se utilizan materiales como silicona, caucho o gomas especiales que mantienen su elasticidad con el tiempo y las variaciones de temperatura.

Las carcasas de dispositivos IPX8 suelen estar fabricadas en plásticos técnicos, aluminio o acero inoxidable, seleccionados para ofrecer resistencia mecánica y, al mismo tiempo, buena estabilidad frente a la corrosión y al envejecimiento. Muchas veces se añaden recubrimientos específicos (pinturas, anodizados, barnices) para reforzar esa protección.

Los conectores, botones, ranuras de tarjetas y entradas de cables son los grandes puntos débiles. Para protegerlos se recurre a tapas estancas, membranas de goma, presillas con presión uniforme y conectores sellados con juntas internas que evitan la entrada de agua cuando el cable está conectado.

En el interior se suelen recubrir los componentes electrónicos clave con sellantes y masillas de goma o resinas. En algunos móviles resistentes, por ejemplo, las placas y los elementos más delicados van protegidos con recubrimientos impermeabilizantes que siguen funcionando aunque, en un escenario extremo, una mínima cantidad de agua llegara a filtrarse a la cavidad.

Agua dulce, agua salada y agua con cloro: no todo es igual

Las pruebas IP (incluida IPX8) se realizan en condiciones muy controladas y, por norma general, con agua dulce limpia. El problema es que la vida real incluye mar, piscinas con cloro, barro, sudor y muchas otras variables que no figuran en la letra pequeña de la norma.

El agua salada es, probablemente, el peor enemigo de los dispositivos electrónicos. Contiene cloruro sódico disuelto, muy conductor y con una capacidad de corrosión brutal. La corrosión galvánica que se produce cuando el agua salada entra en contacto con metales puede generar óxido y daños irreversibles en pocos días (o incluso horas).

Además, aunque el dispositivo parezca seco después de un baño en el mar, los cristales de sal se quedan incrustados en rendijas, botones, altavoces o conectores. Esa sal residual sigue absorbiendo humedad ambiente y alimentando la corrosión progresivamente, incluso si el dispositivo sigue funcionando al principio.

En teoría, un equipo perfectamente sellado que cumpla bien su IPX8 no debería dejar pasar agua salada a los circuitos internos, pero en muchos gadgets hay aberturas necesarias (puertos de carga, micrófonos, altavoces) que, aunque sean resistentes a salpicaduras, no están pensadas para soportar inmersión frecuente en mar.

En caso de que un dispositivo sin protección específica para agua salada se moje en el mar, conviene actuar con rapidez: no encenderlo, desmontar lo máximo posible (retirar batería en dispositivos que lo permitan), enjuagar con agua dulce si la inmersión ha sido total y limpiar con alcohol isopropílico los componentes accesibles para eliminar restos de sal, dejando secar 24-48 horas.

Impacto del cloro de las piscinas y cómo manejarlo

El agua de piscina presenta otro tipo de agresión: el cloro y otros desinfectantes, que se usan en concentraciones mayores que en el agua corriente para eliminar bacterias, hongos y otros patógenos. El cloro es un oxidante potente, pero en condiciones normales de temperatura no ataca a los metales con la misma agresividad que la sal marina.

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Para que el cloro pudiese generar una corrosión comparable a la del agua salada harían falta temperaturas muy superiores a las habituales, del orden de más de 100 °C, algo completamente alejado de una piscina recreativa. Eso no significa que el cloro sea inocuo, pero el riesgo es menor si el dispositivo está razonablemente protegido.

En aparatos con IPX8 muchos fabricantes indican que el uso ocasional en piscina es posible, aunque no suele estar cubierto como “uso recomendado” para evitar problemas de garantía. El agua sigue pudiendo entrar por pequeñas holguras si el uso es intensivo o si hay golpes y cambios de presión bruscos.

Una buena práctica después de usar un gadget en piscina es enjuagarlo con agua dulce (si el manual lo permite) y secarlo con una toalla suave, prestando atención a ranuras, altavoces y conectores. Así se eliminan restos de cloro y se minimiza el desgaste químico.

Si el dispositivo se calienta al sol, conviene recordar que las altas temperaturas también afectan a baterías y sellos. Si notas que quema, mejor llevarlo a la sombra, dejarlo descansar y evitar secarlo con aire caliente directo, porque eso puede deformar juntas y facilitar la entrada de agua en el futuro.

Polvo, arena y grados IP combinados en entornos exigentes

En muchas aplicaciones industriales y profesionales no sólo preocupa el agua, sino también el polvo, la arena y otras partículas sólidas. Para eso existen combinaciones de grados IP como IP54, IP65, IP66, IP67, IP68 o IP69K, que equilibran protección frente a sólidos y líquidos.

IP54 suele encontrarse en equipos industriales generales: protege contra polvo en cantidades dañinas y contra salpicaduras de agua. IP65 da un salto importante al ofrecer mejor sellado frente a polvo y chorros de agua, por ejemplo para maquinaria que se limpia con manguera.

IP66 añade resistencia frente a chorros de agua de alta presión, ideal para entornos donde el equipo se lava con fuerza, mientras que IP67 combina protección total contra polvo y capacidad de sumergirse hasta 1 metro durante un tiempo limitado.

IP68 se reserva para equipos que pueden estar sumergidos a mayor profundidad o durante periodos prolongados, muy útil en sensores, cámaras y equipos instalados en ambientes extremadamente húmedos o incluso bajo agua. IP69K, por su parte, es el “top” para limpieza con agua a alta presión y temperatura, típico en automoción y alimentación.

Lograr estos grados combinados exige tener en cuenta muchos factores de diseño: sellado efectivo, materiales de carcasa, tipo de conectores, ventilación controlada y recubrimientos resistentes. No basta con pasar una prueba de laboratorio una vez: el dispositivo debe mantener esa protección durante años de uso, golpes e inclemencias.

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