- Numerosos sistemas críticos aún dependen de Windows 95 y disquetes por motivos de fiabilidad y coste.
- El control aéreo estadounidense es el caso más mediático, pero esta realidad se repite en bancos, laboratorios y transporte.
- Los retos para actualizar son técnicos, económicos y normativos, y la transición se prevé lenta.
¿Te imaginas que el control día a día de miles de aviones, trenes y otras infraestructuras críticas dependa todavía de ordenadores que utilizan Windows 95 y guardan datos en disquetes? Aunque parezca sacado de una película de ciencia ficción o de humor, es una realidad en pleno siglo XXI. La robustez de estos sistemas, el alto coste y el riesgo que implican los cambios, y la falta de alternativas realistas hacen que todavía estén presentes en lugares donde la fiabilidad lo es todo.
Mientras en la mayoría de casas y oficinas los ordenadores han evolucionado a sistemas modernos, existen servicios esenciales que siguen confiando en tecnologías de hace tres décadas, generando tanto admiración como preocupación ante su resistencia y sus limitaciones. ¿Por qué sobreviven estos sistemas? ¿Cuáles son los casos concretos más sorprendentes y qué implica para la seguridad y el futuro de la tecnología crítica?
El caso más mediático: control aéreo de Estados Unidos y los disquetes
En 2025, la noticia dio la vuelta al mundo: una parte fundamental del sistema de control de tráfico aéreo de Estados Unidos seguía funcionando con Windows 95 y disquetes. La Administración Federal de Aviación (FAA) admitió públicamente que cerca de un tercio de toda su infraestructura todavía depende de estos sistemas considerados obsoletos por la industria tecnológica.
Chris Rocheleau, administrador interino de la FAA, lo explicó ante el Congreso norteamericano: muchas torres de control y centros de gestión aérea emplean ordenadores con Windows 95, tiras de papel y disquetes para organizar vuelos, transferir información y coordinar el tráfico aéreo. Tecnologías que, aunque han funcionado de manera estable durante décadas, ya son insostenibles para los desafíos actuales.
La Agencia incluso reconoce que las tareas más cruciales (despegues, aterrizajes, coordinación de rutas, etc.) pueden verse comprometidas si no se da el salto a sistemas modernos. Los cada vez más frecuentes fallos técnicos –como los vividos en el aeropuerto de Newark por problemas de radar y comunicaciones– dejan en evidencia la fragilidad de un sistema que no se ha actualizado a la velocidad del mundo exterior.
El mayor reto reside en que el sistema debe funcionar 24/7 sin interrupciones: no se puede «parar» la aviación para reemplazarlo, ni asumir riesgos con pruebas a medias. Por este motivo, la modernización se ha convertido en el proyecto de infraestructuras más importante del país en décadas, con un calendario optimista de cuatro años y una inversión que ascenderá a decenas de miles de millones de dólares.
Además, la FAA –con apoyo del Gobierno, sindicatos, la industria y movimientos como la coalición Modern Skies– ya ha lanzado una convocatoria a empresas tecnológicas para buscar soluciones que permitan modernizar toda la gestión del espacio aéreo.
¿Por qué siguen usándose sistemas tan antiguos en infraestructuras críticas?
No es cuestión de nostalgia ni de simple abandono: estos sistemas sobreviven por su legendaria robustez y porque su sustitución implica riesgos y costes enormes. Las razones principales que esgrimen los responsables y expertos son:
- Estabilidad probada: Muchos sistemas llevan funcionando sin fallos graves durante décadas. En gestión de tráfico aéreo, medicina, investigación o defensa, la fiabilidad es prioritaria frente a la innovación.
- Certificación y normativas: Cambiar el software u hardware exige largas y costosas certificaciones, pruebas de seguridad y validaciones legales que pueden durar años.
- Coste económico y humano: El reemplazo implica inversiones multimillonarias, formación de personal, rediseño de protocolos y la adquisición de nuevas máquinas compatibles.
- Dificultad de interrupción: Muchos servicios, como los aeropuertos, no pueden detenerse ni un solo minuto, lo que dificulta la transición sin afectar la seguridad pública.
- Riesgo tecnológico: La migración a sistemas modernos puede introducir fallos no detectados o incompatibilidad con aplicaciones cruciales, poniendo en peligro operativas esenciales.
Aun así, esta apuesta por «lo conocido» ha llegado a su límite, ya que la obsolescencia es tal que ya casi no hay repuestos ni técnicos para reparar estas joyas del pasado, y los errores críticos aumentan con la edad del sistema.
Otros sectores sorprendentes donde Windows 95 y los disquetes siguen vivos
El control aéreo estadounidense no es un caso aislado. Existe todo un universo de servicios vitales que, bien por tradición, bien por necesidad, siguen confiando en Windows 95, disquetes y otras reliquias tecnológicas:
- Trenes en Suecia: En pleno corazón de Escandinavia, algunos trenes de la región de Bergslagen continúan circulando con paneles de control y sistemas informáticos basados en Windows 95. Estos sistemas gestionan funciones tan críticas como la monitorización y el control a bordo, y aunque algunos han sido actualizados a Windows XP, la mayoría sigue fiel a la plataforma de los años noventa. La razón fundamental: funcionan bien, son fiables y actualizarlos sería tan costoso como arriesgado.
- Boeing 747: Uno de los aviones más icónicos de la aviación mundial, el Boeing 747-400, aún se actualizaba hasta hace muy poco mediante disquetes de 3,5 pulgadas. Estos discos servían para cargar las bases de datos de navegación cada 28 días. Cada ciclo, un ingeniero debía insertar físicamente los disquetes para mantener actualizado el sistema de navegación. Aunque este método resulta arcaico, garantiza la compatibilidad con los sistemas originales y reduce el riesgo de errores fatales.
- Observatorios científicos: El observatorio de Arecibo, situado en Puerto Rico, continúa con algunos de sus instrumentos de medición conectados a ordenadores 486 bajo Windows 95. El motivo es que emplean tarjetas de expansión personalizadas que solo pueden operar en entornos antiguos y los investigadores temen perder décadas de datos si intentan migrar a sistemas modernos.
- Ejército y defensa: Diversas ramas del ejército estadounidense y organizaciones relacionadas siguen manteniendo equipos con Windows 95 y Windows 98. Muchos sistemas de control de misiles, radares o vehículos blindados fueron diseñados para entornos Windows antiguos, y actualizarlos resulta inviable sin rediseñar todo el software de control. El Pentágono, por ejemplo, tenía hasta hace poco un porcentaje importante de sus equipos en Windows XP, 98 y 95, pagando incluso soporte personalizado a Microsoft para los más críticos.
- Cajeros automáticos: En países en vías de desarrollo y, sorprendentemente, en algunas áreas de Europa, los cajeros automáticos funcionan aún con Windows 95. La migración a sistemas modernos plantea riesgos de compatibilidad y altísimos costes para las entidades bancarias. Se han documentado también equipos con Windows XP y, excepcionalmente, versiones anteriores.
- Gestorías y pequeñas empresas: Oficinas de gestoría de impuestos y contabilidad siguen usando Windows 95 porque almacenan datos en formatos antiguos de aplicaciones como Works o Lotus Smartsuite, incompatibles con Microsoft Office actual.
- Control de trenes en San Francisco: El sistema BART funciona con DOS, cargando datos desde disquetes de 5,25 pulgadas, y la modernización completa está prevista para 2030 debido a límites presupuestarios.
¿Qué riesgos implica seguir confiando en Windows 95 y disquetes?
El uso continuado de sistemas operativos y soportes físicos anticuados no es gratuito: implica riesgos que van desde la pérdida de datos críticos hasta la exposición a ciberataques y fallos irreparables. Veamos los principales:
- Vulnerabilidades de seguridad: Windows 95 dejó de recibir soporte y actualizaciones en 2001. Los ciberdelincuentes conocen sus debilidades a la perfección, lo que convierte a estos sistemas en objetivos fáciles si en algún momento se conectan a redes externas.
- Dificultad para encontrar repuestos: Las piezas necesarias para reparar hardware de los noventa prácticamente solo se encuentran en portales de segunda mano, y su escasez incrementa los tiempos y costes de mantenimiento.
- Falta de técnicos especializados: Los ingenieros y programadores que conocen estos sistemas se están jubilando, y formar nuevos expertos es complicado dada la falta de documentación y formación actualizada.
- Riesgo de interrupciones inesperadas: Los fallos por desgaste de hardware o incompatibilidad pueden provocar paradas críticas, como ya ha sucedido en aeropuertos, bancos o laboratorios científicos.
- Imposibilidad de expansión o mejora: Modernizar o ampliar los sistemas sobre tecnología obsoleta es prácticamente imposible sin rehacer toda la infraestructura.
No obstante, la mayoría de estos sistemas permanecen aislados de Internet, reduciendo la probabilidad de ataques externos. Pero no por ello se eliminan los riesgos, sobre todo en sistemas de misión crítica donde cualquier error puede suponer consecuencias graves.
¿Por qué resulta tan caro y complejo migrar a nuevas tecnologías?
La pregunta del millón es por qué después de más de 30 años no se ha actualizado todo a sistemas más modernos y seguros. La respuesta es compleja y multifactorial:
- Coste económico prohibitivo: Sustituir toda la infraestructura, software y hardware exige inversiones multimillonarias que muchos países y empresas no están dispuestos –o no pueden– asumir.
- Riesgo operacional: Cambiar el sistema puede provocar incompatibilidades, pérdidas de datos o interrupciones inaceptables en servicios esenciales, con posibles repercusiones legales o de seguridad.
- Compromiso con la continuidad: Los organismos deben garantizar el servicio ininterrumpido. Parar una torre de control, una central nuclear o un sistema ferroviario no es una opción aceptable.
- Legislación y certificaciones: Modernizar un sistema implica pasar años superando controles legales, técnicos y regulatorios, especialmente en sectores como la aviación o la defensa.
De ahí que, a pesar de la presión social y mediática, la modernización real se demore, y los cambios se implementen escalonadamente mientras se prueban concienzudamente los nuevos sistemas.
Otros ejemplos internacionales y curiosidades
No solo en Estados Unidos se da esta resistencia al cambio tecnológico. Existen muchos otros casos en todo el mundo donde el envejecimiento técnico sigue marcando el día a día de servicios críticos:
- Francia: El aeropuerto de Paris-Orly utilizaba hasta hace poco Windows 3.1 en un sistema esencial para el pronóstico meteorológico. Los cierres del aeropuerto en 2015 y 2017 por fallos en este sistema provocaron titulares en todo el mundo.
- Japón: Diversas instituciones gubernamentales mantenían sistemas de registro con disquetes hasta hace muy poco, y su migración ha supuesto todo un reto nacional.
- Suecia: Además del control de trenes, todavía hay empresas industriales y laboratorios que basan el control de maquinaria en plataformas de los años 90.
- México: Ejemplos puntuales de oficinas públicas y bancos operando con sistemas antiguos, aunque ya se avanza en su modernización.
- India e Indonesia: Algunos cajeros automáticos en estos países siguen funcionando con Windows 95 y Windows XP por falta de recursos para renovar la flota técnica.
Por otro lado, la norma «si algo funciona, no lo cambies» sigue siendo la premisa en cientos de empresas y centros públicos. Sin embargo, conforme aumenta la presión legal y se suceden los incidentes, muchas instituciones anuncian planes progresivos para adaptar su tecnología al siglo XXI.
¿La modernización está asegurada? Cronología y futuro previsible
Actualmente, los organismos más expuestos a la presión pública han puesto en marcha ambiciosos planes de modernización tecnológica. Entre los casos más visibles:
- En Estados Unidos, la FAA prevé modernizar toda su infraestructura en un plazo estimado de cuatro años –aunque los expertos consideran este calendario muy optimista–. El objetivo es sustituir por completo los sistemas basados en Windows 95, disquetes y tiras de papel por nuevas plataformas digitales auditadas y seguras, capaces de operar sin pausas y con capas de seguridad frente a ciberataques.
- Empresas como Boeing y diversas líneas ferroviarias han anunciado la retirada progresiva de software y hardware antiguo, aunque en muchos casos se espera que el proceso dure hasta 2030 o incluso más allá.
- Bancos, instituciones públicas y laboratorios científicos están trazando estrategias para migrar sus equipos sin perder datos ni comprometer resultados históricos. Se recurre a técnicas de virtualización, emulación y certificación acelerada para garantizar la continuidad.
- Paralelamente, la industria tecnológica desarrolla soluciones a medida para estos entornos críticos, con sistemas operativos personalizados, soporte prolongado y consultoría específica en transición de datos y aplicaciones.
Hasta entonces, la imagen de técnicos cambiando disquetes, arrancando ordenadores con Windows 95 y reparando hardware de los 90 seguirá siendo parte del día a día en aeropuertos, laboratorios y bancos de todo el planeta. La convivencia entre lo antiguo y lo emergente refleja la realidad del avance tecnológico en ámbitos donde la fiabilidad y la seguridad son prioritarios, y donde la renovación completa requiere tiempo, recursos y planificación meticulosa.
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