- Un webhook es un aviso HTTP que una app envía a otra cuando ocurre un evento concreto, enviando datos en tiempo real sin necesidad de sondeo.
- Frente a las APIs tradicionales (pull), los webhooks usan un modelo push más eficiente, ideal para automatización y sincronización inmediata.
- Son clave en automatizar flujos de negocio, integraciones SaaS, finanzas, e incluso en IaC y GitOps como disparadores de cambios de infraestructura.
- Para usarlos bien hay que cuidar seguridad (HTTPS, firmas), gestión de errores, reintentos y una buena documentación del payload y los eventos.

Las aplicaciones modernas viven conectadas entre sí: CRMs, tiendas online, pasarelas de pago, herramientas de marketing, plataformas de soporte… Todas necesitan hablar unas con otras para compartir datos al instante. Si cada sistema tuviera que ir preguntando todo el rato «¿ha pasado algo nuevo?», el resultado sería una red lenta, cara de mantener y bastante poco eficiente.
Para evitar ese caos existe un mecanismo simple pero potentísimo: los webhooks, pequeños avisos automáticos que una aplicación envía a otra cuando ocurre un evento concreto. Son la base de muchas integraciones actuales, desde actualizar el stock de una tienda online en tiempo real hasta disparar flujos de infraestructura como código o automatizaciones de GitOps en entornos complejos de TI.
Qué es un webhook y por qué se ha vuelto tan importante
En pocas palabras, un webhook es una forma de que una aplicación notifique a otra que ha ocurrido algo, enviándole datos automáticamente a una URL cuando se produce un evento determinado. No es la otra aplicación la que pregunta, sino que el propio sistema que genera el evento «empuja» la información en el momento justo.
Si pensamos en la vida diaria, un webhook se parece más a una alerta por WhatsApp que a entrar cada cinco minutos en una web para ver si hay novedades. La app emisora (por ejemplo, tu plataforma de ecommerce) manda una petición HTTP a una dirección concreta, con una carga de datos (normalmente en JSON), y la aplicación receptora procesa esa información y actúa en consecuencia.
Ejemplo típico: un cliente hace una compra en tu tienda online y, al terminar el pago, se dispara un webhook que manda todos los datos del pedido a tu sistema de envíos o a tu ERP. No hay que lanzar procesos manuales, ni importar archivos, ni hacer consultas periódicas: el sistema receptor se entera en el mismo instante en el que se confirma la venta.
Esta idea de «evento que lanza datos» hace que los webhooks sean ideales para automatizar flujos de trabajo, mantener sistemas sincronizados y reaccionar en tiempo real ante lo que ocurre en tu negocio o en tu infraestructura técnica.
Cómo funciona un webhook por dentro

El funcionamiento interno de un webhook es sencillo, pero muy poderoso. Siempre hay dos protagonistas: la aplicación que emite el webhook cuando detecta un evento, y la aplicación que lo recibe y toma decisiones con la información enviada.
En el lado emisor, se configura qué tipo de evento va a disparar el webhook y a qué URL se enviarán los datos. Esa URL pertenece al sistema receptor, que se prepara para escuchar y procesar las peticiones entrantes (normalmente a través de una ruta HTTP que acepta solicitudes POST con datos en JSON).
Cuando se cumple la condición (por ejemplo, «nuevo contacto creado», «pago aceptado», «suscripción cancelada»), la aplicación emisora genera una petición HTTP dirigida a la URL del webhook. En esa petición viaja la carga útil (payload) con la información relevante del evento: identificadores, importes, estados, datos del usuario, etc.
En la parte receptora, la app que escucha esa URL procesa el payload y ejecuta las acciones que se hayan definido: guardar registros en una base de datos, actualizar un CRM, lanzar otro flujo de automatización, disparar una alerta interna, sincronizar un ERP… lo que tenga sentido para el negocio.
Técnicamente, la inmensa mayoría de webhooks utilizan HTTP y suelen trabajar con peticiones POST, porque facilitan el envío de datos en el cuerpo de la solicitud. Esto los hace compatibles con prácticamente cualquier lenguaje y entorno de desarrollo, desde PHP o Node.js hasta Python, Java o frameworks como Laravel, Django o Spring.
Eventos que pueden activar un webhook
Los eventos que disparan un webhook dependen totalmente de la aplicación emisora y del modelo de negocio. Cualquier cosa mínimamente relevante puede convertirse en un disparador si la herramienta lo soporta.
En una pasarela de pago, por ejemplo, es muy habitual exponer eventos diferentes para pagos aceptados, pagos rechazados o devoluciones. Cada uno de ellos puede mandar un webhook distinto con el estado correspondiente, de modo que el sistema receptor pueda actuar de manera específica (confirmar un pedido, marcarlo como fallido, iniciar un reembolso, etc.).
En un CRM o en una herramienta de marketing, los webhooks suelen lanzarse cuando se crean, actualizan o se borran contactos, empresas, oportunidades o suscripciones. Esto permite que otros sistemas (como un ERP o una plataforma de emailing externa) se mantengan actualizados con la información más reciente.
Incluso en entornos más técnicos, un webhook puede dispararse al hacer un push de código a un repositorio Git, al aprobar un pull request o al cambiar un archivo de configuración de infraestructura. A partir de ahí se encadenan flujos de CI/CD, despliegues automatizados o tareas de infraestructura como código.
En resumen: cualquier hecho relevante en una app que «valga la pena contar» a otro sistema es un buen candidato para convertirse en un evento de webhook.
Diferencias entre webhooks y API tradicionales
Aunque a veces se confunden, webhooks y APIs no son lo mismo, aunque se complementan. Ambas sirven para comunicar aplicaciones y mover datos, pero lo hacen con enfoques diferentes.
Una API clásica funciona con el modelo «pull»: tu aplicación es la que hace una petición a la API de otra herramienta cuando necesita datos o quiere realizar una acción. Esto implica que el cliente debe conocer el momento en el que quiere consultar (por ejemplo, cada 5 minutos) y hacer la petición explícitamente.
Con un webhook el esquema se invierte: ya no hay que preguntar constantemente, sino que el propio sistema que genera la información la envía cuando ocurre algo. Por eso muchas veces se habla de «API inversa» o «API push» cuando nos referimos a webhooks.
Desde el punto de vista técnico: las APIs son perfectas para leer o modificar datos bajo demanda, con mucho control sobre qué se pide y cuándo. Los webhooks, en cambio, son ideales para recibir notificaciones en tiempo real de cambios concretos, sin necesidad de hacer sondeo continuo (polling) ni consumir recursos en consultas inútiles.
La combinación más típica es usar webhooks para enterarse de que ha pasado algo y APIs para ampliar información o actuar sobre ese algo. Por ejemplo, recibes un webhook con el ID de un gasto creado y luego llamas a la API para obtener todos los detalles adicionales de ese gasto.
Webhooks, infraestructura como código (IaC) y GitOps
Más allá de las integraciones de negocio, los webhooks son clave en entornos de infraestructura como código y en prácticas GitOps. Aquí no solo se conectan aplicaciones de marketing o ventas, sino plataformas que gestionan servidores, contenedores y recursos en la nube.
La infraestructura como código (IaC) consiste en definir y gestionar servidores, redes, almacenamiento y demás componentes de infraestructura mediante archivos de configuración y código, en lugar de hacerlo a mano desde paneles o asistentes gráficos. Esto permite versionar los cambios en repositorios Git, automatizar despliegues y crear entornos reproducibles.
En este contexto entra GitOps, un enfoque que utiliza Git como fuente única de verdad para la configuración de la infraestructura y las aplicaciones. Los cambios se introducen mediante commits y pull requests, y un motor de estado deseado (por ejemplo, una plataforma tipo Ansible u operadores de Kubernetes) se encarga de alinear el estado real con lo que dice el repositorio.
¿Dónde encajan los webhooks aquí? Actúan como el enlace de notificación entre el repositorio Git y el motor de estado deseado. Cada vez que se hace un commit o se fusiona una rama, Git lanza un webhook a la herramienta de automatización, que interpreta el cambio y aplica la nueva configuración en la infraestructura.
Así, una simple modificación en un archivo YAML o en un playbook puede activar toda una cadena de automatizaciones: creación de servidores, despliegue de contenedores, actualización de servicios, rollback si algo falla, etc. El webhook es el «disparo» que transforma un cambio de código en una acción concreta sobre la infraestructura.
Automatización basada en eventos y origen de los disparadores
El enfoque anterior se puede extender a cualquier tipo de automatización basada en eventos. No hace falta que el origen sea siempre un repositorio Git; también puede ser una herramienta de monitorización, un sistema de tickets, una app financiera o un servicio de terceros.
Imagina una herramienta que monitoriza tu infraestructura 24/7: cuando detecta una alerta crítica (disco lleno, CPU al 100%, error en una API), puede disparar un webhook que active una automatización correctiva en tu plataforma de orquestación. De este modo, se aplican acciones sin intervención humana, incluso de madrugada.
Otro ejemplo: una plataforma de gestión de gastos puede lanzar webhooks cuando se crean o se aprueban nuevas transacciones. Con esa información, un sistema contable puede ir registrando los movimientos al instante, o un motor de aprobaciones internas puede iniciar flujos específicos en función de importes, departamentos o tipos de gasto.
En todas estas situaciones, la «magia» está en que el origen de los datos envía el aviso en el instante justo, sin esperar a que otro sistema pregunte. Esa forma de trabajar permite montar arquitecturas altamente automatizadas, con muy poca fricción y respuestas rápidas a los cambios.
Eso sí, para que la automatización sea robusta, el motor que recibe y procesa los webhooks debe estar preparado para reenviar, registrar errores y manejar reintentos cuando algo falle, de modo que no se pierdan eventos importantes por caídas puntuales.
Ventajas de usar webhooks en empresas y proyectos
Desde el punto de vista de negocio, los webhooks destacan por su capacidad de automatizar procesos que antes requerían trabajo manual. Al conectar aplicaciones y mover datos en tiempo real, eliminan la necesidad de exportar e importar ficheros, copiar información a mano o lanzar scripts periódicos.
También aportan información en tiempo real, algo crítico cuando se toman decisiones basadas en datos actualizados. En un ecommerce, saber al momento que se ha confirmado un pago o que un producto ha pasado a estar sin stock evita errores costosos. En finanzas, recibir la notificación de un pago fallido permite reaccionar rápido con el cliente.
Otro punto fuerte es la eficiencia: al evitar el sondeo constante (polling), se reduce el número de peticiones innecesarias a las APIs y, con ello, el consumo de recursos en servidores, bases de datos y redes. Solo se envían datos cuando hay algo nuevo que contar.
En muchos casos, configurar un webhook es mucho más sencillo que desarrollar una integración completa basada en consultas API complejas. Basta con obtener una URL de destino de la aplicación receptora, pegarla en la configuración de la app que emitirá el webhook y elegir qué eventos lo activan.
Por último, los webhooks se integran muy bien con plataformas de terceros como CRM, herramientas de soporte, sistemas de mensajería, ERPs, pasarelas de pago o incluso integradores como Zapier, Make u orquestadores personalizados. Son una pieza clave para construir ecosistemas de software conectados.
Limitaciones y riesgos de los webhooks
No todo son ventajas: los webhooks también tienen sus limitaciones y conviene conocerlas antes de basar toda una arquitectura en ellos. La primera es que no todas las aplicaciones del mercado los soportan de forma nativa.
Cuando una herramienta no ofrece webhooks, es necesario apoyarse en integradores externos o en desarrollos a medida que hagan de puente, consultando la API periódicamente y simulando un webhook hacia el sistema final. Esto complica un poco la arquitectura y aumenta la dependencia de terceros.
Además, los webhooks son un mecanismo de comunicación unidireccional: una aplicación envía datos a otra, pero no están pensados para intercambios bidireccionales complejos. Si necesitas diálogo continuo, operaciones de lectura y escritura, filtros avanzados y control fino sobre qué pedir en cada momento, la API clásica sigue siendo más adecuada.
Otro riesgo importante es la posible pérdida de datos cuando algo falla y nadie se entera. Si el servidor receptor está caído o devuelve errores y el emisor no gestiona bien los reintentos, puede que ciertos eventos no lleguen nunca, sin que quede claro qué se ha perdido.
Por contraste, con una llamada directa a una API normalmente recibes un código de error y puedes reaccionar en el momento. Con los webhooks, hay que diseñar mecanismos de monitorización, reintentos y alertas que avisen a los responsables cuando una cadena de notificaciones se rompe.
Cuándo tiene sentido usar webhooks
Un webhook es perfecto cuando necesitas que un sistema avise a otro en cuanto se produce un evento concreto, pero no requieres una conversación continua entre ambas aplicaciones. Algunos escenarios típicos son especialmente agradecidos.
En marketing, por ejemplo, se pueden usar webhooks para actualizar listas de suscriptores cuando alguien se registra en una app móvil, rellena un formulario o cambia su perfil. La herramienta de email marketing recibe la notificación y modifica al momento el segmento, sin esperas.
En ventas, es habitual disparar webhooks para avisar de cambios de estado en pedidos, envíos o leads. De esta manera, el equipo comercial es notificado en tiempo real cuando hay una nueva oportunidad, se actualiza una dirección de entrega o se completa un pago relevante.
En banca y servicios financieros, los webhooks son cruciales para mantener sincronizados saldos, movimientos, cargos en tarjetas y actualizaciones de datos de clientes. Cada transacción o cambio relevante puede reflejarse automáticamente en sistemas internos, evitando errores manuales y retrasos.
En cualquier empresa con muchas herramientas distintas, los webhooks ayudan a centralizar la información relevante en un único punto (un CRM, un panel de BI, una base de datos corporativa), permitiendo tomar decisiones con la foto más actual posible del negocio.
Redactor apasionado del mundo de los bytes y la tecnología en general. Me encanta compartir mis conocimientos a través de la escritura, y eso es lo que haré en este blog, mostrarte todo lo más interesante sobre gadgets, software, hardware, tendencias tecnológicas, y más. Mi objetivo es ayudarte a navegar por el mundo digital de forma sencilla y entretenida.
