- La estafa del billete provoca una distracción mínima que los delincuentes aprovechan para ver el PIN o sustraer la tarjeta.
- Prevención clave: tapa el teclado, no aceptes ayuda de desconocidos, cancela la operación y retira la tarjeta ante cualquier sospecha.
- Revisa ranuras y entorno del cajero; usa preferiblemente cajeros interiores y, si hay pestillo, ciérralo durante la operación.
- Si sospechas fraude, bloquea tarjetas, avisa al banco y denuncia; los cajeros detectan billetes falsos y activan protocolos con el Banco de España.
Aunque cada vez pagamos más con tarjeta o móvil, el efectivo sigue mandando en muchas compras diarias y, al final, los cajeros son la vía más directa para conseguir billetes. Por eso los cajeros automáticos siguen siendo imprescindibles, pese a esa sensación de que se usan menos. De hecho, en España hay decenas de miles de máquinas repartidas por todo el país, lo que garantiza acceso al dinero en metálico incluso cuando las oficinas están cerradas.
Esa misma ubicuidad los convierte en un punto caliente para el delito. Los cajeros se han vuelto objetivo de delincuentes que buscan tanto vaciar cuentas como capturar datos bancarios para ampliar el fraude. Junto a ataques sofisticados, como la instalación de malware o el uso de dispositivos para clonar tarjetas, persisten los trucos de toda la vida con una eficacia sorprendente. Uno de los que más está circulando es la llamada estafa del billete, un engaño tan simple como efectivo que explota un momento de distracción.
Qué es la estafa del billete en cajeros automáticos
La estafa del billete es un engaño muy básico: alguien deja un billete a la vista —semiencajado en la rendija del dispensador o en el suelo, justo delante del cajero— y espera a que llegue una víctima. Al verla, la mayoría de personas piensa que se trata de un olvido, que el cajero lo ha expulsado antes o, directamente, que han tenido un golpe de suerte. Ese microsegundo de sorpresa y duda es el que buscan los ladrones.
Mientras la persona se fija en el billete, los delincuentes observan a distancia. Aprovechan el giro de cabeza, el agacharse o el gesto de coger el efectivo para memorizar el PIN si no se tapa el teclado, maniobrar para sustraer la tarjeta si queda asomando o incluso manipular el proceso con engaños. En variantes más elaboradas pueden utilizar microcámaras enfocando al teclado para capturar el código.
Otra modalidad consiste en la llamada ayuda interesada: un cómplice se acerca con excusas —el cajero ha fallado, hay que cancelar de cierta manera— y guía a la víctima con indicaciones falsas para que abandone el cajero o descuide la tarjeta. Con la persona confundida, el robo se consuma en segundos.
Organismos de consumo y seguridad ya han alertado sobre este modus operandi. La clave del truco es provocar una distracción mínima pero suficiente para que el usuario pierda de vista el teclado o su tarjeta, justo cuando más atención debe prestar.

Por qué engaña a tanta gente
Este timo funciona porque explota un reflejo muy humano: la reacción emocional de encontrar dinero. Ese impulso de mirar mejor, recogerlo o comprobar si hay más rebaja nuestras defensas y división de atención justo en el momento crítico de la operación.
Cuando el cerebro interpreta una ganancia inesperada, prioriza el estímulo novedoso —el billete— frente a tareas rutinarias como teclear el PIN o sujetar la tarjeta. Es un desvío de foco de apenas unos segundos, pero suficiente para que los ladrones observen el teclado o retiren la tarjeta sin que el usuario lo note.
Además, en un contexto con prisas, colas y, a veces, poca iluminación o cajeros en la calle, la sensación de urgencia aumenta los descuidos. Si a eso sumas a alguien que aparece con tono servicial y aparenta ayudar, la víctima baja aún más la guardia.
En definitiva, los estafadores no se complican: buscan un gesto automático y predecible, y el hallazgo de un billete encaja a la perfección para provocar ese instante de atención dividida.
Cómo evitar la estafa del billete
La prevención se basa en dos principios: mantener el control de la operación y cortar cualquier distracción. Si ves un billete a la vista, no lo toques mientras la tarjeta esté dentro ni el cajero esté activo. Cancela la operación con el botón correspondiente, retira la tarjeta, guarda la cartera y solo entonces decide qué hacer con el billete.
Si aparece alguien con intenciones de ayudar, aunque parezca amable, rechaza cualquier asistencia de desconocidos. Si te sientes incómodo, cancela y vete a otro cajero. Tu seguridad y tu dinero valen más que una gestión apresurada.
Antes de empezar, elige cajeros ubicados en interiores —preferiblemente dentro de la sucursal— o en zonas vigiladas y concurridas; y, si tienes dudas, revisa cómo sacar dinero de tu banco. Si el vestíbulo permite cerrar con pestillo, ciérralo mientras operas para evitar interrupciones. En la calle, opta por lugares transitados y evita horarios de baja afluencia.
Durante el proceso, tapa el teclado con la mano libre al introducir el PIN para blindarte ante miradas y cámaras ocultas. Cuando termines, borra el rastro de tus huellas en la zona del teclado a modo de precaución extra.

Señales de alerta en el cajero y su entorno
Una inspección rápida antes de introducir la tarjeta puede ahorrarte problemas. Revisa visualmente la boca del lector y el dispensador en busca de piezas flojas, ranuras desalineadas, pegotes extraños o cualquier accesorio que no parezca de fábrica. Si algo no encaja, no uses ese cajero.
Observa también el entorno. Si hay personas merodeando o demasiado cerca, cancela la operación y busca otro punto. La discreción es clave: no cuentes efectivo allí mismo ni te entretengas con el móvil frente a la pantalla.
Si ves objetos inusuales como billetes, papeles o tarjetas aparentemente olvidadas en la máquina, no los recojas durante la operación. Cancela, retira la tarjeta y, si procede, avisa a tu banco para que revisen el cajero.
Si el cajero da error o no entrega el efectivo, mantén la calma. No te alejes del cajero dejando la operación a medias. Contacta con tu entidad por el número de atención al cliente del propio terminal, espera a que finalice el proceso y solicita un comprobante si fuera necesario.
Buenas prácticas de uso del cajero
Antes de introducir la tarjeta, ten claro qué vas a hacer. Evita improvisar y no consultes el móvil durante la operación. Así recortas la ventana de oportunidad para cualquiera que busque espiarte.
Introduce el PIN con calma y siempre tapándolo. Si te equivocas, borra y vuelve a empezar sin dejar de cubrir el teclado. Nunca dictes el PIN ni lo apuntes en el propio tarjetero o móvil.
Tras finalizar, retira la tarjeta y guarda la cartera antes de coger el efectivo o el justificante. El orden importa: primero tu medio de pago, luego el resto.
Si tienes que hacer operaciones complejas, valora entrar en horario de oficina para contar con personal de la entidad al otro lado de la puerta en caso de duda. Y si no entiendes algún paso, no pidas ayuda a extraños; acude con alguien de confianza.
Qué hacer si sospechas fraude o ya te han robado
La rapidez es tu aliada. Bloquea inmediatamente tus tarjetas llamando al número de emergencias de tu banco o usando la app. Cuanto antes lo hagas, menos margen tendrán para operar.
Contacta con tu entidad para informar de lo ocurrido y revisar movimientos. Solicita el bloqueo preventivo de operaciones y, si procede, la emisión de una nueva tarjeta.
Presenta denuncia ante las autoridades aportando hora, lugar, cajero y detalles relevantes —personas que merodeaban, posibles cámaras, cualquier elemento extraño—. Ese relato ayuda a la investigación.
Si el efectivo se quedó aparentemente atascado en el dispensador, no abandones el cajero. Llama desde el teléfono indicado en la máquina y espera instrucciones. Pide un comprobante de incidencia y anota el número de cajero.
Falsificación de billetes y el papel de los cajeros
Conviene distinguir entre timos como el del billete y la circulación de dinero falso. Los cajeros incorporan tecnología avanzada para reconocer billetes legítimos y detectar falsificaciones a través de múltiples parámetros: tintas especiales, marcas de seguridad, propiedades del papel, relieve y otros elementos no públicos.
Por esa razón, es difícil colar un billete falso en un ingreso a través de la máquina. Si el cajero detecta billetes sospechosos al hacer un depósito, los retendrá y no los computarán como ingreso válido. El usuario recibirá un justificante de retención a la espera de análisis.
La normativa obliga a las entidades a remitir los billetes sospechosos al Banco de España en un plazo determinado —habitualmente, pocos días laborables— para su peritación. Si se confirma que son falsos, se consideran prueba en la investigación y no se abonan. Si el examen certifica que eran auténticos, el banco regulariza el ingreso.
Esta robustez tecnológica explica que, mientras a un consumidor inexperto le pueden colar un billete falso, las máquinas están diseñadas para detectarlos con alta fiabilidad. De ahí la importancia de gestionar siempre el efectivo en entornos controlados y con dispositivos de confianza.
Una correcta gestión del efectivo en comercios y empresas también reduce riesgos. El uso de equipos que validan billetes en el punto de cobro y una logística de efectivo profesional disminuyen la exposición al fraude, especialmente en negocios de pequeño tamaño.
En nuestro día a día, lo esencial es recordar que la combinación de hábitos seguros, elección de cajeros adecuados y atención a los detalles neutraliza la mayoría de estas estafas. Tapar el PIN, no aceptar ayuda de desconocidos, revisar ranuras y cancelar ante cualquier duda te pone a salvo del truco del billete y de otras trampas habituales.
El mensaje final es claro: tu foco es tu mejor escudo en el cajero. Mantén la vista en la pantalla, la mano sobre el teclado, la tarjeta siempre controlada y desconfía de hallazgos oportunos o ayudas improvisadas. Actuando así, el truco del billete pierde toda su fuerza y los ladrones se quedan sin su momento de oro.
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