La historia detrás del Solitario de Windows: del becario al mito

Última actualización: 18/09/2025
Autor: Isaac
  • Wes Cherry creó el Solitario para Windows en 1988 como becario y no cobró royalties.
  • Microsoft lo incluyó en 1990 para enseñar a usar el ratón con arrastrar y soltar.
  • La baraja original fue diseñada por Susan Kare, histórica de Apple, y el juego generó polémicas por productividad.
  • De Windows 3.0 a la Solitaire Collection, el juego sumó variantes, estadísticas y un modelo free to play.

Historia del Solitario de Windows

Para varias generaciones, pocas cosas representan tan bien la procrastinación moderna frente al ordenador como abrir una partida de Solitario cuando deberíamos estar haciendo otra cosa. Mucho antes de que las redes sociales nos atraparan con notificaciones infinitas, ya había un pequeño juego de cartas en Windows que nos invitaba a perder la noción del tiempo.

Detrás de ese pasatiempo aparentemente inocente hay una historia fascinante, con un becario como autor, una diseñadora de Apple dibujando la baraja, debates sobre productividad, anécdotas con Bill Gates y una evolución que explica parte de cómo aprendimos a usar el ratón en los 90. Vamos al origen de un icono que nació de la casualidad y acabó siendo omnipresente.

De distracción a herramienta de aprendizaje

Aunque hoy el clic derecho, el doble clic y el arrastrar y soltar nos parezcan naturales, en 1990 la mayoría de usuarios no estaba familiarizada con las interfaces gráficas y el ratón. Windows 3.0 incorporó el Solitario precisamente para suavizar este aterrizaje: moviendo cartas, el usuario practicaba de forma lúdica el gesto de arrastrar y soltar; con el Buscaminas, en cambio, se entrenaba la precisión y el uso diferenciado de los clics izquierdo y derecho.

Libby Duzan, responsable de producto de entretenimiento en Microsoft por aquel entonces, resumió la idea con claridad: el Solitario se incluyó para tranquilizar a quien se sentía intimidado por el sistema y, de paso, enseñarle a manejar el ratón con algo cercano y divertido. En esa lógica, el juego pasó de entretenimiento a pequeño manual interactivo camuflado.

Conviene recordar que ‘solitario’ designa a toda una familia de juegos de cartas para un solo jugador, con muchas variantes. Microsoft eligió la modalidad Klondike como base del Solitario de Windows, la más popular en buena parte del mundo y la que la mayoría identifica cuando escucha ‘Solitario’ sin apellidos.

El becario que lo empezó todo: Wes Cherry

La autoría del Solitario de Windows recae en Wes Cherry, un becario de 20 años en Microsoft durante el verano de 1988. Inspirado por una versión que jugaba en Mac mientras esquivaba estudiar, decidió programar su propia edición para Windows 2.1 en sus ratos libres. Aquel gesto espontáneo acabaría cambiando su vida… y las de millones de usuarios.

Programar un juego así a finales de los 80 no era trivial: la salida gráfica en EGA exigía optimizaciones cuidadosas y, dado que en Windows no había todavía un compilador de C++ disponible, Cherry se las ingenió con una arquitectura de paso de mensajes que imitaba polimorfismo y herencia. Uno de sus orgullos técnicos fue lograr que el arrastre de cartas se viera fluido, algo nada evidente con el hardware de la época.

Una vez lo tuvo funcional, subió el juego a un servidor interno apodado ‘Bogus Software’, donde ingenieros dejaban experimentos y prototipos para aprender la API de Windows. Allí lo vio un responsable del equipo y decidió incluirlo en Windows 3.0, lanzado en 1990, con el visto bueno de Bill Gates. Eso sí, a Gates le parecía ‘demasiado difícil de ganar’, según ha contado el propio Cherry entre risas.

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La retribución a su autor no fue precisamente generosa: Microsoft le advirtió que no recibiría pago ni royalties; a cambio le facilitaron un IBM XT para pulir errores durante el curso. Cherry aceptó entonces y, con el tiempo, repetiría que seguía estando conforme. Con los años bromeó con que, si le hubieran dado ‘un centavo por copia’, sería millonario; de hecho, algunos fans le enviaron simbólicos peniques y acumuló apenas unos céntimos en total.

Una baraja con sello Apple: Susan Kare

La estética original del Solitario de Windows también guarda una sorpresa deliciosa: la baraja la diseñó Susan Kare, figura clave del diseño en Apple durante los 80. Es la misma mente detrás de iconos del Mac clásico, de fuentes como Chicago, Geneva o Monaco y del símbolo de ‘command’ que hoy todos reconocemos en los teclados.

Que una creadora tan vinculada al ecosistema Mac diera forma a las cartas del juego de Windows es una de esas ironías preciosas de la historia del software, y subraya cómo los puentes creativos entre compañías han existido siempre, incluso entre rivales.

La función que no pasó el corte: la ‘boss key’

Cherry sabía que su criatura podía ser adictiva y llegó a implementar una ‘tecla del jefe’ para ocultar el juego al instante si alguien se acercaba por detrás. En diferentes relatos se ha mencionado que esa tecla mostraba ‘código C’ al azar o bien una hoja de cálculo falsa de trabajo, dos variantes igual de pícaras con el mismo fin: disimular que estabas echando una mano.

Microsoft, sin embargo, fue tajante y eliminó la función antes del lanzamiento oficial. Paradójicamente, muchos años después hubiera salvado más de una papeleta en oficinas, vista la popularidad que alcanzó el Solitario en horario laboral.

Éxito masivo, productividad en la cuerda floja y anécdotas de leyenda

Que el Solitario fue un fenómeno nadie lo discute: Microsoft ha llegado a presentarlo como el juego de PC más utilizado de la historia, y voces del equipo como Chris Sell llegaron a afirmar que era la aplicación más usada de Windows. No tardaron en aparecer historias de oficinas reconfiguradas con monitores ‘mirando hacia la sala’ para evitar que los jefes sorprendieran a alguien jugando.

La preocupación por la productividad también dejó titulares. En 2006, el entonces alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, despidió públicamente a un empleado tras pillar su pantalla con el Solitario abierto. Y en el plano clínico, la doctora Maressa Hecht Orzack impulsó una unidad para ‘adictos a Internet’ motivada por su propia dependencia del juego, seis años después de su estreno.

Bill Gates, por su parte, tenía su talón de Aquiles en el Buscaminas. Cuentan que llegó a desinstalarlo de su PC del trabajo por pura auto-disciplina, solo para terminar jugando en el ordenador de Mike Hallman (presidente de Microsoft entonces). Se citan hazañas como un ‘récord personal’ de 5 segundos; al enterarse de que un colega, Tom Reeves, había escrito una macro que resolvía el puzzle en 3, Gates ironizó por correo que ‘la tecnología estaba llegando demasiado lejos’ al desbancar habilidades humanas.

Cómo evolucionó el Solitario en Windows

La primera versión en 1990 ya venía con opciones jugosas: varios dorsos de cartas, extracción de una o tres cartas del mazo, dos modos de puntuación (estándar y ‘Vegas’) y cronómetro para premiar la rapidez. Esa base tan pulida ayudó a que la curva de aprendizaje del ratón fuera casi un juego.

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Con Windows 2000 llegó un atajo muy celebrado: bastaba con doble clic para mover automáticamente cartas a su sitio cuando la jugada era legal, un guiño a quienes ya dominaban el arrastre original. En Windows Vista y 7 aparecieron estadísticas con número de partidas, porcentaje de victorias y la opción de guardar partidas en curso.

El salto a Windows 8 fue polémico: Microsoft retiró el Solitario ‘de toda la vida’ y lo sustituyó por la Microsoft Solitaire Collection, descargable desde la Tienda. Traía modalidades adicionales (FreeCell, Spider, TriPeaks y Pyramid) y mucha publicidad entre partidas; si querías eliminar anuncios, tocaba pasar por caja, algo que indignó a usuarios y prensa tras más de dos décadas de juego gratuito.

Con Windows 10 volvió a integrarse como componente del sistema, pero la experiencia siguió la lógica ‘free to play’: puedes jugar sin pagar, aunque encontrarás anuncios, ‘monedas’ para retos y modos extra detrás de la cartera. Para quien prefiera alternativas, siempre han existido versiones online —incluida una edición web oficial— sin descargas.

Más allá de Klondike: variantes que hicieron historia

El solitario como género tiene siglos de vida. Se cree que los juegos de ‘paciencia’ aparecieron por primera vez en Europa a finales del XVIII y ganaron fuerza en el XIX, con especial incidencia en Francia, expandiéndose después por Reino Unido y Alemania. En buena parte del mundo, de hecho, se conoce como ‘Patience’, un nombre que subraya el temple que requieren.

Klondike, la variante que popularizó Windows, fija un objetivo claro: mover todas las cartas a cuatro bases (una por palo) en orden ascendente del As al Rey. En el tablero, las secuencias se construyen alternando colores, algo que equilibra azar y estrategia y explica su vigencia durante décadas.

Spider, en cambio, propone un reto distinto con dos mazos completos: hay que formar ocho secuencias completas del mismo palo, del Rey al As, que desaparecen al completarse. Se le atribuye una mención temprana en un libro de Ely Culbertson de 1917 y referencias más cercanas al formato actual en 1949. El nombre ‘Araña’ alude precisamente a esas ocho ‘patas’ o columnas objetivo, y su gran salto de popularidad llegó en 1998, cuando Microsoft lo incluyó por primera vez en su ecosistema para llegar al usuario masivo.

FreeCell (Carta Blanca) tiene una genealogía más matemática. Deriva de Eights Off y Baker, y fue el estudiante Paul Alfille quien, en 1978, creó la primera versión informática en el sistema PLATO usando el lenguaje Tutor. Introdujo secuencias por colores alternos en el tablero para aumentar las posibilidades de victoria. Jim Horne, ya en Microsoft, portó la idea a Windows, primero en ediciones especiales a partir de 1992 y, más tarde, en Windows 95 para el gran público.

Entre las variantes que la Microsoft Solitaire Collection puso de moda está también Pyramid, que mezcla estrategia y aritmética ligera: hay que retirar cartas emparejándolas en sumas de 13, despejando una pirámide hasta dejarla a cero, una dinámica tan simple como adictiva.

El marcador, los récords y un dato curioso

Para los competitivos, el Solitario también trajo debates sobre puntuación. Microsoft documentó que la puntuación máxima posible es 24.113 puntos, así que cualquier fanfarrón que presuma cifras mayores probablemente esté adornando la historia. En paralelo, el modo ‘Vegas’ propuso otra forma de medir la pericia, con una especie de banca virtual.

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Esos récords convivieron con la nostalgia del hardware: muchos recuerdan con cariño aquellas primeras partidas frente a un PC 386 ‘recién estrenado’, cuando cada animación de cartas era una pequeña fiesta gráfica.

¿Quién ganó con el éxito? La vida después del código

El éxito masivo del Solitario tuvo una cara amarga para su creador: Wes Cherry no percibió ingresos por el juego. Aparte del famoso IBM XT para corregir bugs, solo recibió, ya por otro título, una retribución modesta en acciones de Microsoft por Pipe Dream, que se incluyó en un paquete de entretenimiento.

Durante los 90, la compañía le dio continuidad laboral y pasó buena parte de la década escribiendo código para Microsoft Excel. Con el tiempo se alejó del software de consumo: hoy vive cerca de Seattle, en la isla Vashon, donde regenta Dragon’s Head Cider y se dedica a la producción artesanal de sidra. De vez en cuando programa en C/C++ para controladores embebidos en equipos de la fábrica, pero nada que ver con los grandes despliegues de antaño.

La escala de su legado, en todo caso, es indiscutible. Se calcula que el Solitario ha sido jugado por más de mil millones de personas y, en 2020, fue reconocido en el Salón de la Fama de los Videojuegos. Microsoft incluso celebró competiciones internas —con vistas a un campeonato mundial— para conmemorar aniversarios redondos del juego.

Disponibilidad actual y herencia cultural

Aunque las versiones modernas de Windows han cambiado la forma de distribución, el Solitario sigue muy vivo: hoy puede jugarse con la Microsoft Solitaire Collection en Windows 10 y 11, además de en móviles y en versión web. La colección reúne Klondike, FreeCell, Spider, TriPeaks y Pyramid, con desafíos diarios, rachas y tablas de clasificación.

En paralelo, la cultura popular lo abrazó: el Solitario aparece en películas, series, chistes de oficina y merchandising de todo tipo. También hay estudios y testimonios que lo valoran como herramienta para relajarse, concentrarse o entrenar la memoria, aunque con la eterna advertencia: en horario laboral, el riesgo de ‘enganche’ es real.

Por cierto, la narrativa de por qué se incluyó el Solitario admite dos lecturas complementarias: oficialmente sirvió para enseñar a usar el ratón y rebajar la ansiedad ante Windows; extraoficialmente, era una forma de dar diversión inmediata a quien encendía el PC por primera vez. Sea como fuere, el resultado fue tan contundente que marcó a toda una generación de usuarios.

Mirando atrás, sorprende que un pequeño proyecto nacido del aburrimiento de un becario, con una baraja dibujada por una leyenda del diseño y una función ‘prohibida’ para engañar al jefe, terminara convertido en el pasatiempo universal de las oficinas y en una pieza clave para que millones aprendieran a coger soltura con el ratón; quizá esa mezcla de utilidad, sencillez y picardía explique por qué el Solitario de Windows sigue tan presente en nuestra memoria colectiva.

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